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Es frecuente encontrar novelas en las que una bella muchacha inglesa tiene que contraer un matrimonio de conveniencia con un highlander al que apenas ha visto, pero no que se muestre lo difícil que debe resultarle adaptarse a un entorno tan hostil, con unas costumbres totalmente distintas a las suyas, en el que se habla una lengua extraña que no comprende y en el que se la aborrece por el mero hecho de ser inglesa. Justo eso es lo que le ocurre a la protagonista de El indómito escocés, de Julia London, y en su caso más todavía ya que Margot es demasiado joven y ha sido educada de forma que, en ocasiones, se comporta como una chiquilla malcriada y superficial. Margot y Arran no pueden ser más diferentes por lo que su matrimonio no comienza con buen pie y ella acaba regresando con su familia pocos meses después del enlace. Pero, con el paso de los años, se verán obligados a convivir de nuevo y reconocer los errores que ambos cometieron en el pasado. Junto con estos aspectos destacaría también la evolución de los protagonistas, quienes sufren una auténtica transformación a lo largo de la novela; en especial, ella porque, en determinado momento de la historia, se niega a seguir siendo tratada como hasta ahora, como simple peón de ajedrez al que otros manipulan a su antojo. Sin embargo, lo que menos me ha gustado –y considero un importante punto negativo al tratarse de un libro romántico– es la frecuente falta de química que percibo entre Margot y Arran ya que, en gran parte de la novela, esta brilla por su ausencia, más allá de la meramente sexual. |
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