El hijo de Rosemary

Decía el crítico Peter Prescott que las novelas de 𝐈𝐫𝐚 𝐋𝐞𝐯𝐢𝐧 eran "como una bolsa de palomitas: no tienen valor nutritivo, engordan, pero una vez que la empiezas ya no puedes parar". No sé si lo dijo como un halago, pero algo que no se puede negar es que el autor neoyorquino sabía darle ritmo a sus historias.

𝑳𝒂 𝒔𝒆𝒎𝒊𝒍𝒍𝒂 𝒅𝒆𝒍 𝒅𝒊𝒂𝒃𝒍𝒐 es muy conocida por la adaptación cinematográfica que hizo Polanski en 1968 y con ese título tan ... explícito. Sin embargo, creo que merece mucho la pena leer el libro por lo bien escrita que está y por el ritmo que he mencionado antes. Es muy visual, con capítulos cortos que te dejan con ganas de más y con personajes llenos de matices.

Es la historia de Rosemary Woodhouse, casada con Guy un actor que se está haciendo un nombre en teatro y televisión. Tienen la oportunidad de mudarse a un edificio pudiente y exclusivo de Nueva York, célebre por su pasado lleno de crímenes relacionados con cultos satánicos y otros crímenes. La pareja decide tener un hijo y a partir de ahí, la historia se centra en la paranoia y la angustia que siente Rosemary por sentir un peligro real para ella y su bebé.

La novela está llena de detalles interesantes del NY de los 60, algunos algo turbios, que hacen de la lectura una experiencia muy recomendable incluso para los que ya hayan visto el clásico de Polanski.