El día que Selma soñó con un okapi

En Alemania hay un pueblo pequeñito donde todo el mundo se conoce, llamado Westerwald. Allí es donde vive Selma y todo el mundo sabe que la noche en la que sueña con un okapi, alguien cercano a ellos morirá.
“El día que Selma soñó con un okapi” es una historia preciosa, un cuento para adultos que me ha hecho emocionarme y enamorarme de todos los personajes, de los buenos y de los no tan buenos.
La historia está narrada en primera persona por Luise, nieta de Selma, en la que la primera parte del libro solo tiene diez años. Y así es cómo nos lo cuenta, desde la voz de la inocencia de una niña. Luise ha crecido siempre al lado de su abuela Selma, sus padres andaban siempre un poco “a sus cosas”.
Todo el mundo en el pueblo se conoce, y todo el mundo tiembla cuando se escucha el rumor de que esa noche Selma ha soñado con un okapi. Yo tuve que mirar qué es un okapi, y resulta ser un animal mitad jirafa, mitad cebra, algo realmente muy extraño.
Acabada la primera parte que es contada por Luise en su niñez, pasan veinte años y ya Luise es adulta y lo que más me ha gustado es que su relato no pierde la magia de la niñez. No se puede contar mucho más de la historia, hay que descubrirla. Está narrada con sencillez y elegancia, Luise tiene el don de contar cosas importantes y trascendentes de su vida de la forma más natural y espontánea. Incluso con las cosas tristes te hace sonreir. Una maravilla.
Lo que más destaca en ésta historia son los personajes. No hay muchos pero todos imprescindibles para narrar esta extraordinaria historia. Cada uno está representado por un sentimiento, Martin la amistad, Selma la sabiduría, Luise la inocencia, el óptico el amor, Marlies la tristeza, la madre la duda, el padre la libertad, Palm la redención y Frederick la calma.
En resumen “El día que Selma soñó con un okapi” me ha hecho sentir, me ha emocionado, me he reído, he llorado y me ha hecho pensar. Lo recomiendo 100%