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Crítica de Guille63


Guille63
19 March 2023
Leyendo “La mano izquierda de la oscuridad” me he visto en la ridícula situación de un posible editor que recibe el manuscrito de la novela y que, como aquel cazatalentos de Decca, Mike Smith, que dijo no a The Beatles porque eran un grupo sin futuro, rechaza su publicación tras leer las primeras 70 u 80 páginas. Afortunadamente no soy ese editor, pero sí habría abandonado el libro si no fuera por la fama que tienen novela y autora. Por desgracia, mi opinión apenas cambió a su término y pensé, como ya me ha ocurrido con otros famosos y apreciados libros, y con una actitud, no lo niego, quizás un tanto soberbia, que le Guin tuvo mucha razón al decir aquello de que “Nada tiene tanto éxito como el éxito”.

Y es que la novela está plagada de grandes frases. de hecho, no se puede negar que los temas que sugiere son todos interesantes. El problema es que solo los sugiere, ninguno tiene desarrollo ni profundización. La novela termina siendo un rosario de ideas y frases sugerentes ligadas por una historia que me pareció aburrida contada en un estilo poco atractivo. Su propuesta parecía responder a una de las máximas de la novela:

“Aprender qué preguntas no pueden contestarse, y no contestarlas.”

No es que yo crea que es función de la literatura encontrar respuestas, pero sí plantear bien las preguntas. La principal de esas preguntas mal llevadas, la que se cita en cualquier nota que se pueda leer sobre la novela, es acerca de la influencia que pudiera tener en la evolución del ser humano la separación en géneros y la disposición sexual permanente.

La novela cuenta como un enviado de la Tierra, que ahora pertenece a una gran federación galáctica, llega a Gueden con el objetivo de sumarlo a la causa, un planeta en plena era glacial en el que sus habitantes son de género neutro la mayor parte del tiempo y que solo durante los pocos días al mes que entran en estado kémmer (algo así como en celo) su género se define de forma azarosa, de tal manera que unas veces pueden ser hombres y otras mujeres (aunque en la novela siempre se habla de ellos como si fueran hombres), pueden ser madres de algún hijo y, al mismo tiempo, padres de otros (algo muy inquietante es que esta "humanidad" es fruto de un experimento).

Esta idea, tan atractiva a priori, realmente leitmotiv de la novela, acaba ocupando un espacio muy limitado en ella, más ocupada en el relato de viajes por lugares inhóspitos o estancias en monasterios zen. Uno esperaría más desarrollo, más implicaciones. También fue una sorpresa para mí que estableciera como una de las posibles consecuencias de este estado sexual ambivalente y no activo la pasividad de sus gentes:

”Siendo tan estrictamente definido y limitado por naturaleza, el instinto sexual de los guedenianos no está muy sujeto a imposiciones de la sociedad. Hay menos códigos, normas y represión del sexo que en cualquier sociedad bisexual. La abstinencia es del todo voluntaria; la indulgencia es del todo aceptable. El miedo y la frustración sexuales son muy raras. Este era el primer caso que yo veía de una situación social que contrariaba el impulso sexual. Pero corno se trataba de una supresión, y no de una represión, no producía frustraciones, pero sí algo que a la larga era quizá más ominoso: pasividad.”

Una pasividad que dificulta su movilización y que tiene como efecto colateral beneficioso la falta de conflictos bélicos.

“¿Consideraban quizá que la guerra es una actividad de desplazamiento puramente masculina, una vasta violación, y decidieron así eliminar la masculinidad que viola y la feminidad que es violada? El hecho es que los guedenianos, aunque extremadamente competitivos, no parecen ser muy agresivos; por lo menos y hasta ahora no han tenido nunca algo que pudiera llamarse una guerra.”

Poco más se dice del tema, algo sobre la educación y el cuidado de los hijos, la importancia que adquieren los aspectos sociales para las personas… y poco más.

“Un hombre desea que se tenga en cuenta su virilidad, una mujer desea que se aprecie su femineidad, por más indirectos y sutiles que sean este tener en cuenta y estas apreciaciones. En Invierno no existen. Uno es respetado y juzgado solo como ser humano. La experiencia es asombrosa.”

Hay alguna referencia interesante al ejercicio del poder, algo que se olvida con mucha frecuencia cuando se consideran las acciones de los políticos, que en primer lugar son individuos que, como todo individuo, buscan lo mejor para sí mismo y los suyos, después para su partido y en último lugar para el país. También se menciona el tema del patriotismo, brevemente pero de forma brillante:

“¿Cómo odia uno a un país, o lo ama? Tibe habla de eso; yo no soy capaz. Conozco gente, conozco ciudades, granjas, montañas y ríos y piedras, conozco cómo se pone el sol en otoño del lado de un cierto campo arado en las colinas; pero ¿qué sentido tiene encerrar todo en una frontera, darle un nombre y dejar de amarlo donde el nombre cambia?”

Y junto a estas sabias ideas, se mencionan algunas capacidades humanas como posibilidades futuras reales que me chirriaron muchísimo, como la premonición o la telepatía. En definitiva, una novela filosófica que al final filosofa poquito.
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