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Crítica de Inquilinas_Netherfield


Inquilinas_Netherfield
30 January 2019
La chaise-longue victoriana es de esos clásicos que permanecen en la oscuridad y el olvido durante décadas hasta que vuelven a ocupar el sitio que les corresponde en la luz y la memoria literaria cuando una editorial se acuerda de ellos y lo recupera. En Inglaterra fue la editorial Persephone Books allá por 1999 (editorial especializada en recuperar clásicos escritos por mujeres); en España fue la editorial Automática en 2012. Qué ganas le tenía a esta novela... y eso que no sabía muy bien lo que me iba a encontrar, salvo que estaba considerada como novela de terror gótico.

La historia comienza en los años 50, en una casa londinense en la que Melanie Langdon lleva meses convaleciente por culpa de una tuberculosis que dio la cara al quedarse embarazada. Ya dio a luz, el bebé nació bien, pero ella sigue postrada día tras día sin poder salir, sin poder ver apenas a su hijo y rodeada siempre de las mismas cuatro paredes. El último objeto que compró en una tienda de antigüedades antes de tener que quedarse encerrada en casa fue una chaise-longue victoriana, y este mueble ha permanecido sin usar hasta el día en que comienza nuestra historia. Y es que este día es importante, porque es el primer día en meses en que a Melanie le está permitido cambiar de aires y moverse a otra habitación; es en esta habitación donde se recuesta sobre la chaise-longue por primera vez, se queda dormida en ella... y despierta desconcertada en una habitación que no conoce y junto a una mujer vestida de manera anticuada que la llama Milly, que le habla con total normalidad y que se refiere a ella como su hermana. Melanie no puede moverse, se siente muy enferma, y aunque sigue recostada en la misma chaise-longue, todo parece indicar que, de algún modo, acaba de despertarse en el siglo XIX siendo otra persona. ¿Qué está ocurriendo? Cree que está soñando, tiene que ser una pesadilla, solo tiene que dormirse y volver a despertarse... pero no lo consigue, no encuentra el modo de volver, y además tiene que comportarse, hasta que encuentre el modo de regresar, como si fuera esa tal Milly en la que está atrapada, una mujer que parece esconder muchos secretos, que está al borde de la muerte y a la que tratan como si hubiese cometido el más horrible de los pecados.

La sinopsis ha quedado larga, pero es que poco más os puedo contar sobre la historia a partir de ahora, porque este es de esos libros de los que se puede revelar poco, y lo poco que se cuente tiene que estar muy medido y contenido para no desvelar más de lo deseable. Aun así quiero resaltar un par de cosas sobre la novela (muy cortita, por cierto, no llega a las 150 páginas).

Una es la ambigüedad que consigue que el lector se sienta como la protagonista, se ponga en su piel. La historia comienza con mucha luz, de manera ligera, hasta que Melanie se duerme, despierta, y el lector se siente no solamente rodeado, igual que ella, del ambiente recargado y apestoso de esa habitación oscura, sino que se ve también atado a esa chaise-longue sin poder moverse, teniendo que observarlo todo recostado desde ella, y siendo testigo de lo que sucede con la misma mirada desesperada e inútil de Melanie. La chaise-longue es el centro de todo, la trama se desarrolla a su alrededor, y el ambiente onírico que la envuelve le pesa al lector igual que le pesa a la protagonista. La autora transmite el horror de no poder despertar de la pesadilla, de estar en un cuerpo que no es el tuyo, de ser consciente de que el cuerpo que ocupas se está muriendo y tienes que salir de él, de ahí, sea como sea, en una carrera contrarreloj en la que además debes resolver el misterio que te rodea y buscar aliados para tu causa entre todos esos desconocidos que entran y salen de la estancia y a los que no les puedes contar que tú no eres tú, sin que te tomen por loca. Melanie está aterrorizada, no sabe cómo despertar, cómo deshacer lo que sea que le ha llevado ahí, y eso se transmite al lector, que tampoco sabe que está pasando realmente... todavía no.

La segunda es el uso que hace Laski de dos mujeres enfermas en dos periodos diferentes para denunciar por un lado cómo era la vida de la mujer en la época victoriana y por otro la aparente evolución de la situación de la mujer ya bien adentrado el siglo XX, aunque en este aspecto no puedo adentrarme mucho porque no quiero (ni debo) contar cosas que se van averiguando conforme avanzan las páginas y que no quiero destripar aquí. Sí que puedo decir que la Milly del siglo XIX es una mujer marcada por la férrea moral victoriana que no consentía ni perdonaba aquellas sendas que se alejaban del camino honrado y decente por el que toda mujer debía caminar si no quería caer en desgracia, y donde la religión y las apariencias lo eran todo. Sin embargo, la Melanie de los años 50 tiene más libertad, se permite pensar y hablar sobre el sexo de una manera más libre, cruza la puerta de su independencia con pasos más firmes, pero todavía se siente varios escalones por debajo del hombre, y lo dice de una manera inocente e ingenua... pero lo dice. Laski usa la diferencia temporal que hay entre ellas para que el lector sea consciente de que las cosas estaban cambiando pero no lo suficiente ni lo bastante rápido, y lo hace a veces de una manera muy directa: tenía muy claro el mensaje que quería transmitir.

En resumen, esta es una novela gótica pero de las clásicas, de las de antes, de las que no necesitaban acción, muerte ni escenas escabrosas para turbar e inquietar al lector. El ritmo narrativo es perfecto, in crescendo conforme la pesadilla se alarga y Melanie se queda sin tiempo, y el uso de los diálogos entre los distintos personajes que se pasean por las dos estancias (la de los 50 y la del XIX) está milimetrado tanto para diferenciar ambas épocas como para dar la información precisa que requiere el avance del misterio sin desvelar más de la cuenta pero diciendo mucho más de lo que parece a primera vista... como una especie de neblina que clarea o se densifica según lo requiere el momento narrativo, y a través de la que cual hay que vislumbrar o intentar averiguar qué es lo que realmente está ocurriendo.

La escritora PD James, que conoció a Laski en vida y fue la autora de la introducción que puede leerse en la edición inglesa de Persephone Books, dijo de la chaise-longue victoriana que era "la novela breve más aterradora y hábilmente contada de la década". Quienes busquen emociones muy fuertes y estén habituados a historias más directas, no estarán de acuerdo en el calificativo de aterradora: a esos lectores les aconsejaría que no leyesen el libro porque seguramente se queden igual que estaban. Ahora, quienes gusten de pequeñas joyitas góticas donde el terror psicológico sea más angustioso que escabroso, más metafísico que fisico y más sutil que ostensible, disfrutarán de esta lectura y de su zozobra junto a Melanie por este delirio de pesadilla... aunque solo sea por descubrir lo que se oculta agazapado al final del camino.
Enlace: https://inquilinasnetherfiel..
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