De lo mejorcito que he leído este año en el género, lo cual no es poco decir después de más de 50 novelas gráficas. El autor saca su lado más tierno y narra el devenir y la evolución de un protagonista que, poco a poco, va ganándose la simpatía del lector hasta que llegas a adoptarlo, a hacerlo parte de tu familia. Si me preguntaran de qué va este integral, la respuesta sería insulsa: de un tipo que vive su vida, que no le pasa nada que no nos pase a todos. Ni amenazas mundiales, ni zombis, ni espionaje a gran escala. Solo el día a día. Pero qué bien contado está. Con cuánta ternura, con qué fino sentido del humor. Y eso es lo importante, que lees el libro con una sonrisa, te metes en las viñetas porque el autor narra a la perfección tanto con textos como con silencios dibujados. La gente cambia, la gente ríe, sufre, llora, tiene dudas, evoluciona, se equivoca... Eso es los combates cotidianos. Una maravilla para releer a la que si tengo que poner un defecto, diría que pierde un poco de magia en la parte final. No obstante, imprescindible. |