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Crítica de Guille63


Guille63
09 April 2024
Olías, cuyo revelador nombre no era otro que el de Gregorio, salió de sus inquietos sueños, como si de su famoso tocayo se tratara, con una "tragantada de pánico" al enfrentarse con la realidad.

“La vida es corta y está hecha a la medida de los mansos de corazón”

Con la no del todo clara intención de retrasar el temido momento, empezó por rebuscar en su pasado un sentido "que le redimiese del presente". Así sabemos que a su llegada a la ciudad se hospedó en la humilde morada de su tío Félix, quién le habló de su encuentro con el diablo, de los tres libros que este le entregó y de la palabra maldita en la familia, «afán», o sea, "el deseo de ser un gran hombre y el de hacer grandes cosas, y la pena y la gloria que todo eso produce".

“Al verlo allí, tan boca arriba, tan concentrado y embebecido en la novedad de su oficio de muerto, Gregorio pensó que al fin su tío había encontrado un quehacer digno de su ambición”

Igual que su abuelo, que siempre quiso ser notario, y su padre, con su deseo de ser coronel, él también conoció su afán un triste verano en el que su amor con olor a limón le atormentaba con su ausencia y le inspiraba palabras de poeta.

“Y del mismo modo que descubrió que la realidad era inagotable, descubrió también que la vida era intolerablemente breve, porque si la duda lo hacía infinito y la analogía lo emparentaba con los dioses, las horas y los meses lo devolvían al barro”

Aunque la poesía le permitiría vivir su breve existencia con talante inmortal, pronto cansóse de rimar versos y puso sus miras en el noble oficio de ingeniero-aventurero. No pudo ser y se contentó con un puesto de auxiliar administrativo y con su novia Angelina, cuyo noviazgo tuvo que compartir con su madre y sus pastitas y el veo-veo, juego al que más tarde recurrieron muchas noches en su cama de matrimonio.

Así pasaban los días y Gregorio se preguntaba "si la felicidad no opone al aspirante otro esfuerzo que el de acostumbrarse al misterio de su monotonía". Pero no era una vida plácida lo que el destino le tenía preparado a Gregorio que, superados los cuarenta, iba a toparse con Gil, de nombre completo Gil Gil Gil, su desamparado compañero de trabajo. Con él llegaría un nuevo afán, estar a la altura de la imagen que Gil se iba haciendo de él -"un hombre moderno, culto, joven, idealista, y que consigue siempre lo que quiere. En una palabra: un triunfador"-. A tal afán se dedicó en cuerpo y alma con un espíritu fantasioso que sería poco compasivo calificar de embustero.

“Toda vida es al menos dos vidas: una, la real e inapelable, otra la que pudo ser y sigue viviendo en calidad de alma en pena, vagando por la memoria y creciendo en ella hasta adquirir indicios de independencia y realidad”

A partir de aquí, una cosa llevó a la otra y la cosa se lio. Ahora debía afrontar las consecuencias.

“Al final siempre ganará Aquiles”

Gregorio no es más que una víctima más de la endiablada y caprichosa fortuna que disfruta repartiendo afanes entre aquellos que carecen de talentos para abordarlos y sentido común para reconocerlo, que no pueden evitar la quijotesca necesidad de ser el que se quiere ser y no el que realmente se es, de requerir la admiración ajena aunque no haya razón que la sustente, teniendo al fin que hacer frente al más estrepitoso y patético de los fracasos.

“Pensó que había en el hombre un desnivel absurdo entre la complejidad de la existencia […] y su escandalosa brevedad, que era injusto habernos creado contradictorios y efímeros a un tiempo […] Y sin embargo, frente al conocer añejo, ¿qué era aquello de la revelación súbita, de la relación inmemorial que estalla con sólo una mirada y nos hace creernos por un instante eternos?”

De todo ello hace Landero una gran novela, pero quizás su autor peque de uno de los defectos más usuales en las primeras obras, querer decirlo todo: la novela es una exuberante exhibición del colosal ingenio, vasta cultura, ilimitada imaginación, fino humor y espléndido estilo del autor en excesivas páginas que se enredan en su propio aparato de ostentación para contar ese todo que queda muy repetidamente subrayado.
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