Romy, bautizada así en honor a una actriz de vida trágica. Romy, joven madre soltera, bailarina, guapa, inteligente y reclusa. Romy, acosada y luchadora. Romy, condenada a dos cadenas perpetuas por asesinato. Ella es la protagonista de esta novela en la que podemos ver el lado opuesto al sueño americano encarnado en sus compañeras de vida y de prisión, y por supuesto en ella misma. Porque, al hilar sus recuerdos del exterior, me pregunto en qué momento empieza su condena, dudo de si en algún momento de su vida tuvo alguna posibilidad. Y como ella, muchas de las mujeres de esa cárcel, cuyas vidas en Los Ángeles no se parecen en nada a los sueños de muchos de los que llegan allí. Contada a través de varias voces, encontramos también una crítica a un sistema legal en el que si no tienes capacidad económica la condena está prácticamente asegurada, y a una sociedad en la que si eres mujer y no tienes dinero, el camino es tan estrecho que apenas tienes opciones. |