Frankenstein (cómic)

Últimamente me he acercado a obras adaptadas al cómic, clásicos universales como en este caso, o novelas modernas y contemporáneas, después de haberlas leído en su formato original. Disfruto mucho de estas segundas lecturas (se puede discutir esta idea al tratarse de obras distintas, un cómic o una novela gráfica supondrán una primera lectura aunque traten historias que ya conocemos).

En concreto, este libro me ha gustado mucho, desde el formato pequeño de tapa dura, la calidad del papel y la tríada de colores presente en las cubiertas y el interior: verde, negro, blanco. El trabajo de Ralf König para mí en Frankenstein se aleja un poco de su conocido humorismo y nos presenta una historia tierna y oscura que más que una adaptación se puede leer como un un homenaje a este clásico y a su autora, un diálogo dentro de la transtextualidad.

Un diálogo porque el cómic no es una adaptación como tal (aunque sí podemos recorrer el argumento original), todo el libro es una carta escrita a Shelley que permite reflexionar sobre la condición del monstruo, la soledad, el anhelo del amor y de la belleza y, sobre todo, el vaivén entre la vida y la muerte de los cuerpos. Pero ¿quién escribe la carta? Se trata de un científico, el verdadero protagonista del cómic, quien tras haber leído la novela escribe a su autora y desmitifica un poco algunos elementos y procedimientos con los suyos propios, él había experimentado por su cuenta lo que Shelley proponía en la ficción, había creado su propio “monstruo” y entonces la “realidad” aparece de una forma más cruda y sin el tinte romántico propio del clásico del terror y la ciencia ficción.