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Esta es una de esas novelas que despiertan sensaciones encontradas. Originales en su planteamiento pero quizá demasiado misteriosas y abruptas en su desarrollo. Con tantos narradores como personas habitan el edificio en el que suceden los hechos, resulta sencillo sentirse perdido y eso, dependiendo del lector que seas, puede suponerte un reto o avivar una confusión que solo casi al final del libro se va disipando. Ya en la sinopsis se nos avisa del matrimonio entre realismo mágico y literatura del absurdo, una unión entre la historia de un edificio y las historias de todos sus personajes. Salvando las distancias, me recuerda en algunos momentos a esa fantástica película de Álex de la Iglesia, La Comunidad; y otras, al cómic 13 Rue del Percebe, de Francisco Ibáñez. Pero no nos engañemos, en esta obra no hay espacio para la comedia. Es más, detrás de las particularidades de cada personaje, se esconde un hálito de tristeza. Encontramos niños que tienen una especial relación con el fuego, personajes que desaparecen, otros que albergan variopintas obsesiones. Un mosaico de características que, sin embargo, comprendidas por separado, cuesta ubicar en el conjunto de la novela. Puede que este no haya sido el mejor momento para acercarme a este libro, pero me quedo con el gran potencial de algunos de los personajes y de ese edificio, que también siente, late y corre el peligro de desaparecer. Enlace: https://www.instagram.com/p/.. |
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