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La hermanas Summers acaban de perder a su padre y su madre está bastante delicada de salud. Para salir de una situación económica delicada, la hermana mayor propone abrir su casa junto al mar a los visitantes. Aunque al principio hay reticencias entre las hermanas, ya que todas tienen que ayudar y necesitan varios cambios en la casa, el proyecto sale adelante. Así, nos embarcaremos en las vivencias de la familia y los visitantes que van apareciendo. Es la segunda obra que leo de la autora y me ha encantado, su pluma es pausada pero con una delicadeza tanto en las descripciones como en la trama. La historia me ha recordado a Mujercitas, por lo que vamos conociendo de las hermanas, cada una con sus peculiaridades y deseos. Además, tiene muchos tintes de Jane Austen (autora que adoro), nos encontramos alguna referencia a sus libros que hará las delicias de sus fans. No tiene un ritmo rápido, pero ha conseguido que lo lea con una sonrisa, aunque también tiene momentos en los que se encoge el corazón. Sarah es la hermana mayor, una mujer decidida, un tanto mandona pero obligada por las circunstancias. Con un corazón que necesita reparar. Emily es muy abierta y se gana enseguida a la gente, pero también dice lo que piensa . Viola es todo dulzura, tiene una cicatriz e intenta ocultarla, esto hace que no se abra a los demás. Ha sido mi hermana favorita, la que más evolución he visto, he aprendido mucho de su valentía y su gran corazón. Georgiana es una amante de los animales, pasa más desapercibida al ser la hermana pequeña, pero tiene mucho que dar. Además, tenemos a los visitantes que cada uno tiene que aportar. Es muy fácil coger cariño a la mayoría de personajes. Una historia preciosa que nos demuestra el valor del servicio a la comunidad, la unión familiar, el sobrellevar las circunstancias que nos toca, valores importantes. También tenemos algo de misterio e incluso un amor inesperado. |
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