Aquel sofocante verano

Verano, vacaciones, juventud, ansias de vivir y de experimentar… estos son algunos de los ingredientes de “Aquel sofocante verano”, de Eduard von Keyserling, pero no os confundáis, esta no es una historia de amor adolescente, dulce, tierna y llevadera, es más bien una historia sofocante, intensa, pegajosa…

Una novela breve escrita magistralmente por este enfant terrible alemán en la que pone en evidencia las contradicciones y la doble moral que regía en la alta sociedad de inicios del siglo XX, dejándonos entrever qué escondían detrás de esa imagen que proyectaban en su día a día y de la que presumían en las convenciones sociales.

En esta historia conoceremos a Bill, un joven que ha suspendido sus exámenes de acceso a la universidad y que se verá obligado a pasar el verano con su padre, un aristócrata serio y autoritario al que apenas conoce. Con esta premisa, el lector se verá sumergido en un ambiente caluroso, agobiante, en el que casi puede escucharse el zumbido de los insectos y sentirse el fuego del sol en la piel, un ambiente en el que acompañaremos a Bill a través de este encierro, viviendo con él la amargura que le produce querer echar a volar y no poder.

Una historia sin demasiada intriga pero con mucha psicología y una ácida crítica a esta sociedad tan falsa y anquilosada, por momentos despiadada, y sin embargo tan perfecta de cara a la galería.

Un libro que deja un regusto desagradable por su contenido, por el ambiente y los personajes pero que, a pesar de que pueda parecer contradictorio, es precisamente esto lo que hace de esta una historia brillante, pues estoy segura de que la intención del autor fue esta, remover conciencias, despertar sentimientos y producir una respuesta en esa sociedad tan falta de moral y de principios que aquí nos retrata.

Otro pequeño placer que es un bocado delicioso.