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En esta segunda entrega de la saga de Jack Taylor, el personaje sigue avanzando por esa espiral de autodestrucción que resulta aterradora y fascinante a partes iguales, pues, mientras se destruye, debe resolver un caso y enfrentarse a circunstancias, situaciones y personajes tan ácidos como él. Estar en la cabeza de Jack es aterrador y gratificante. Los fragmentos de sus lecturas y su exquisito gusto musical siguen enmarcando sus pensamientos y acciones. Se disfruta estar en su cabeza pese a lo vertiginoso de sus vicios y carácter. Sus ojos nos siguen llevando por lo más oscuro y cotidiano de su ciudad. Los crímenes siguen presentes, su pasado continúa marcando a fuego sus acciones y ocupan sus pensamientos. La ironía, la inteligencia y sus meteduras de pata siguen dando para mucho. Jack Taylor no decepciona en La matanza de lo gitanos, no nos cansamos de él ni de su universo. El ritmo de la novela es perfecto para empaparnos de la inteligencia y complejidades del antiguo policía convertido en un detective. Un placer volver a Galway a través de sus particulares ojos. |
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