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Las reseñas que escribo sobre los libros de Ismail Kadaré comienzan a parecer cartas de amor. Estoy profundamente enamorada de sus historias, de la belleza que impregna a cada aspecto de su escritura, de las imágenes y atmósferas, a veces terribles, dolorosas, pero siempre hermosas, siempre suyas, siempre únicas. Abril quebrado es una historia monumental contenida en pocas páginas. El autor nos lleva a su Albania natal, a su musa, a la protagonista de su obra. Haremos un viaje por la Albania montañesa, en el norte, lejos de Tirana. Recorreremos caminos en los que el tiempo no pasa, paisajes desolados, desgarradores y al mismo tiempo hermosos. Y allí, en la soledad del territorio vamos a descubrir “la ley de las montañas” un código de origen medieval que no necesita formar parte de una institución oficial para ser seguido y respetado; una ley que ha sobrevivido a las vicisitudes políticas, a las guerras, al tiempo. En el Kanun (código de derecho consuetudinario) existe una ley que contempla la muerte por venganza como una obligación. El “ojo por ojo” no tiene fin. Gjorg Berisha asesina a un miembro del clan rival (que previamente había asesinado a uno del suyo) y tras aquel suceso deberá emprender el camino dictado por el código mientras espera su propia muerte. Un camino de tragedia, de dolor, de miedo y angustia que se complementa con ese paisaje que devora, que sobrecoge. La ley de las montañas parece no tener sentido. Es atroz, es brutal, es un camino de sangre y sufrimiento. Dice el autor, a través de sus personajes que “el hombre de la montaña es valorado o menospreciado precisamente en función de las relaciones que establece con la muerte”. Y en ese mundo, en esa sociedad, la muerte es un valor y hay que pagar una tasa por ello. En cada página puedes sentir el desarme emocional de sus personajes. Las montañas los rompen, los transforman. Los lectores experimentaremos el frío de los últimos días del invierno con desasosiego, pero anclados y totalmente poseídos por esta historia. El talento narrativo de Kadaré me abruma. Imprime profundidad y belleza a cada aspecto de sus historias y al mismo tiempo hace referencia a temas que le preocupan. El Kanun sigue siendo una realidad en las sociedades ultraconservadoras del norte de Albania. Buscando información leí un artículo del 2016, en el periódico “El país”, donde se habla de los problemas que generan estas prácticas. Familias enteras que han tenido que recluirse en sus casas o desplazarse, dejarlo todo y pedir asilo en otros países para no enfrentarse a venganzas atávicas. El gobierno albanés no es capaz de ofrecer protección o poner solución; hay muchos intereses políticos y oídos sordos al respecto. La compasión y la toma de conciencia son también dos elementos fundamentales en Abril quebrado. Quizás los momentos donde se hacen presentes resulten un poco artificiales, pero le confieren un aire trágico, muy cinematográfico, que hace que contengamos la respiración y nos sintamos, junto a los personajes, tan ilusos como abatidos, pero llenos del poder de las palabras. Todavía tengo varias obras de Kadaré por leer y eso me ilusiona muchísimo. He encontrado en este autor historias que me llenan, que atesoro y que considero irresistibles. Soy devota de su talento y sensibilidad. |
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