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Leer Umami es sentir que lees varios libros a la vez y es que al ser una novela coral, es inevitable ese sentir. En esta novela de tan solo 234 páginas conoceremos la dinámica de todos los habitantes de la privada Campanario. Una privada tan diversa como dinámica, al igual que la novela misma, pues los personajes son de generaciones, costumbres e ideas distintas con una simbiosis que para el lector será todo un regocijo descifrar. Se dice que el Umami es el quinto sabor, ese sabor delicioso que no sabes explicar pues combina los cuatro sabores básicos: dulce, salado, ácido y amargo. Y en compañía de éstos sabores es como iremos conociendo a los habitantes de las cinco casas de la privada pero lo que sin duda resulta más interesante es descifrar la psicología de las familias (nuestros protagonistas entre ellos) y el porqué Marina vive en la casa “amargo” o Pina en su casa “ácido”. Esta novela tiene como suceso central algo que inexorablemente genera un cambio a nivel familiar y comunal: la pérdida de un ser querido y por consiguiente el duelo. La vida y la muerte (esta última sobre todo)siempre nos lleva a acercarnos al otro, a encontrar calma o regocijo en su compañía, algo que podremos notar en los capítulos de Alfonso pues será a través de sus memorias que conoceremos a su finada esposa, Noelia, y como la ausencia de ella ha dejado una estela de vació en la privada Campanario. Umami fue toda una experiencia, como el sabor mismo, pues me llevaba por unos capítulos un tanto dicharacheros con Ana y su gusto por las plantas, su idea por sembrar una milpa en su patio y a su vez lo salado de los recuerdos de su hermana, Luz. En resumen, una novela en la cual aprenderemos un poco a través de los gustos o conocimientos de sus personajes y a su vez nos veremos reflejados como sociedad. |
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