El conquistador

Corral le da una lección de historia a Falcones, a su catedral del mar, y tantos otros que inventan un reino catalano-aragones que nunca existió.

Corona de Aragón. Ese fue el nombre, compuesto por los reinos de Aragón, Mallorca, Valencia, y condados catalanes.
Más tarde llegaría el reino de Sicilia, pero eso es otra historia.

Nuevamente la novela es una muestra de las debilidades y fortalezas del historiador aragonés.

En su haber, el indiscutible conocimiento de la edad media, su infatigable buceo en archivos, libros, revistas, documentos que disecciona con minuciosidad forense para llevarlos al lector a mesa puesta. (a veces nos toma por tontos)

No le tiembla el pulso criticando a la nobleza de su tierra, siendo esta, con diferencia, la más traidora del conjunto de la corona. Un feudalismo arrogante, ambicioso en rebeldía hasta el agotamiento.

Pobre en la necesaria ambientación de la batalla de Navas de Tolosa, rico en la vida de Jaime, aquí no pierde detalle, ni siquiera en como se engendró...¡dichosas setas!

Mallorca y Valencia tienen su protagonismo, sí, se deja algunas batallas por el camino, como la del Puig, que le vamos a hacer, es más cronista que batallador.

Alianzas, bodas, herederos, testamentos y un actor principal, el conquistador con sus aciertos y con sus errores, otra de las virtudes del autor, humanizar, aunque con Jaimito estuvo muy adulador.

Pero como no todo el monte es orégano vamos con el debe.

Nos prometíamos muy felices en las primeras páginas...¿qué le ha pasado don José que me lo han cambiado? ¿Está usted enamorado? ¡¡Si hasta parece que escriba y novele bien!!

Dura poco, puro espejismo, vuelve a caer en los errores de siempre es decir:

Prosa repetitiva cual ajo gran reserva fermentado en barrica 25 años. Que Jaime es alto, apuesto, de largos cabellos dorados ojos negros y brillantes lo repite más de 30 veces.

Segundo, el plural mayestatico nos acompañará buena parte del libro, a tal punto que uno no sabe muy bien cuantas personas acudirán con el rey al lecho de Violante, orgía o dualidad, en cualquier caso, insufrible para el lector.

Y díganme Pepeluis:
¿qué importancia histórica tiene el pene del conquistador? ¿En qué papiro oficial encontró la descripción blanca de su tallo y violeta de su punta que tanto menciona? ¿Le vio usted la picha al rey de Aragón?

¿Cómo sabe que en su estreno padeció de eyaculación precoz? ¿Acaso sus caballeros contaban en voz alta los segundos del acto en cuestión?
Unooooo, doooos, (vamos Jaime resiste) treeees...

Estas y otras licencias son denominador común y talón de Aquiles en casi todos los textos del autor.

Entonces...¿a santo de qué 4 estrellas?
Por su sencillez, no es nada fácil hacer tan comprensible una época tan convulsa como este siglo XIII, las luchas de poder, la división territorial, la larga mano de la religión, y el difícil equilibrio que suponía gobernar.

Pero sobre todo...por las alusiones a Valencia como la mejor tierra del mundo, y es que la cabra tira pal monte y esta que escribe es grande y varón (ya cada cual haga sus cuentas)

En esta relación amor/odio me queda el consuelo de que sin épica, también hay victoria.
Excelente novela si lo que buscas, es respeto por la historia.