Tiempo sin lluvia

"Tiempo sin lluvia" parece engañosamente breve. Con poco más de cien páginas, parecería una lectura abarcable en un tarde. No fue mi experiencia. El relato tiene una densidad y una profundidad psicológica que requieren mucha atención, ya que si bien aparenta ocurrir poco, cada palabra es contundente y está tan preñada de sentido como la vaca que abre la narración.

La trama es mínima: cuenta algunas horas en la vida de una familia de granjeros galeses en un día tórrido de un verano peligrosamente seco. Gareth, el padre, está buscando por todo el terreno una vaca preñada que se escapó; Kate, la madre, se encierra en su habitación a escapar de sus migrañas y de la culpa que la carcome hace años; Emily, la hija más pequeña, juega a habitar un mundo de fantasía en el que irrumpe la muerte de forma súbita y en ausencia de sus padres; y Dylan, el hijo mayor, realiza a regañadientes las tareas asignadas mientras sueña con escapar a otro lugar. Esas cuatro sensibilidades se van entrelazando en una narración que maneja de forma magistral cambios permanentes de narrador y de focalización, y que también se detiene en la vida del mundo natural que rodea a la familia.

A medida que entramos en las conciencias de Gareth y Kate vamos descubriendo sus secretos más profundos, sus deseos, sus temores, las traiciones de las que se saben culpables, y la imposibilidad de reencontrarse en un terreno común que les permita amarse como antes. La sequía genera una tensión constante destinado a culminar en un hecho atroz, que se anuncia mediante símbolos y signos del mundo natural que prefiguran la muerte, la infertilidad y la pérdida. Hay un tono elegíaco en la narración, un duelo premonitorio que antecede a la pérdida real, desde las vacas que dan a luz terneros muertos hasta el perro que debe ser sacrificado aunque nadie en la familia quiera enfrentarlo. Les recomiendo encarar esta lectura .con paciencia, asimilando cada palabra y cada imagen. al final, todo encaja.