La noche de los maniquís

En un pueblo de Texas, un grupo de adolescentes deciden hacerle una broma a una de las chicas, que ha empezado a trabajar en el cine del pueblo. Con ese fin, meten un maniquí en la sala como si fuera un telespectador más. El maniquí cobra vida y empieza con una venganza que incluye la muerte de todo el grupo y sus familias, si es necesario.
Sawyer, uno de los chicos implicados, es el encargado de mostrar al lector su historia, por lo que se convierte en narrador de mirada sesgada y parcial. Como lectores, nos introducimos en la mente confusa del chico y su búsqueda de parar a Manny en sus intentos, de ofrecerle alternativas.
Desde el primer momento de la novela conocemos el final, pero eso no resulta impedimento a internarse en la mente del adolescente e intentar entender qué le pasa y por qué actúa como lo hace.
El autor describe ese fin de la adolescencia y lo combina con imágenes terroríficas imposibles de dejar de leer, acrecentando la necesidad de saber si Sawyer está o no loco, si realmente el Manny, el maniquí, los persigue, o qué. Si buscas una lectura que proporcione buenos niveles de angustia, es un buen ejemplo que tener en cuenta.

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