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De nuevo una vez más el autor ha conseguido un thriller de esos que nos deja pegado a sus páginas y que es imposible parar de leer. Cada vez que leo algo de él, pienso que ya no puedo sorprenderme, pero si, si puede, no sólo lo consigue, sino que pone el listón más alto y mis expectativas con el anterior libro se ven superadas. Cuando crees que una historia no puede ser más intrigante, viene el autor y la retuerce más todavía. Esta vez con las joyas de la corona inglesa hemos topado. Joyas, tratantes, robos, ventas ilegales y sobre todo venganza, muchas ganas de venganza. Si se junta un ladrón de joyas que sale en libertad ¿se rehabilita? ¿o va a por quienes más daño le han hecho? Y si encima es astuto como él solo. No sé dejará títere sin cabeza, y no tendrá escrúpulos caiga quien caiga. Pero es que está rodeado de gente igual que él. ¿Quién será el primero en caer? El objetivo, entre otros, va a ser la Corona de la reina de Inglaterra. Porque la novela va a darnos varios objetivos para que conozcamos bien a Miles y sepamos hasta dónde está dispuesto a llegar. El problema es cuando el dinero ya no es el objetivo y se convierte en los propios agentes de la policía que lo metieron entre rejas, y ya es caiga quien caiga. Y qué fácil le resulta. Cómo enreda el autor para dejarnos llevar por la intriga de la novela y sobre todo de los personajes, porque van a ser el eje principal de la novela, tanto los protagonistas como los secundarios. Entra hasta la familia en juego, jugando, valga la redundancia, un papel muy importante sobre todo en el caso de Beth que será la nueva directora del Museo y que posee un cuadro en teoría muy valioso. Y es que dentro del mismo libro nos vamos a encontrar varias tramas que nos van a dar mucho más juego a la principal y sobre todo para ir conociendo más a los personajes, que como ya digo es el punto fuerte de la novela. Una novela contrarreloj en el que el autor apenas nos dará ni un minuto de respiro. |
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