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Enmarcada en el final del siglo XV en la Castilla donde no hacía mucho se habían expulsado los judíos y la inquisición perseguía a los conversos o castellanos nuevos. En este mosaico el autor se aprovecha de un personaje histórico, Fernando de Rojas autor de la Celestina, para convertirlo habilmente en un Robert Langdon medieval en busca del asesino de diversas personas con unos patrones de coincidencia. El autor utiliza habilmente el personaje para que vaya descubriendo unos mundos totalmente ajenos a las leyes y dogmas oficiales que hace que el libro vaya a buena velocidad y quieras avanzar para saber quien está detras de los crimenes. Y todo bien, hasta que entramos en el tercio final del libro, donde la resolución de golpe se vuelve lenta por la necesidad del autor de empezar a explicar historia y mitología con esos típicos dialogos inacabables por parte de uno de los interlocutores que hace que se pierda el hilo de la historia. Ésto y la previsibilidad (siempre es una opinión personal) de quien puede estar detrás de todo, hace que el libro que me parecía de 8-9 acabe con un 7. No digo que no tuviera que explicar todo lo que explica, el problema es como se explica. Sólo con que hubiera mantenido el estilo del resto del libro, éste ganaría más. De esos libros que te dejan a medias y con un regusto no del todo bueno. |
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