Un río en la oscuridad: La huída de un hombre de Corea del Norte

Un río en la oscuridad es el relato desgarrador de Masaji Ishikawa, un hombre japonés-coreano que pudo escapar de uno de los regímenes más brutales del mundo. Ishikawa nació en Japón de padre coreano (quien de hecho había sido secuestrado por las tropas de ocupación japonesas) y madre japonesa y vivió allí hasta poco antes de iniciar la adolescencia, cuando su padre decidió llevar a la familia a Corea del Norte, bajo la promesa de un mejor vida. La verdad era que Japón quería deshacerse de los coreanos en el territorio y Corea del Norte quería atraer a la gente a su cruel experimento político. ¿Por qué su padre accedió a mudarse? La verdad era que él y su familia siempre enfrentarían discriminación en Japón y nunca les iría muy bien financieramente hablando. Creía que estaría mejor en su país natal, aunque apenas había vivido allí y era, de hecho, originario de Corea del Sur, no del Norte. Pero también, la verdad es que fueron engañados por la propaganda en torno al régimen, que les promoetió un trabajo digno, ropa, educación. En pocas palabras, una vida mejor.

Pero pronto se hizo evidente que había sido una mentira: Kim Il Sung dirigía una sociedad represiva, sin esperanza de crecimiento o prosperidad. Ishikawa relata los terribles 30 años que vivió y las pérdidas que sufrió: muerte de seres queridos por falta de acceso a condiciones básicas de salud; condiciones climáticas extremas sin vivienda digna; y el hambre desatada porque los ideólogos del regimen decían que la manera de cultivar arroz tradicional era una idea occidental y había que inventar métodos propios. El horror del régimen de Corea del Norte es interminable, exasperante y despreciable, y pareciera que su único objetivo era el de destruir el alma de las personas.

El autor reconoce las muchas veces que siento que había sido suficiente, cuando pensó que no podía soportar más. Sin embargo, lo hizo, por sus hijos, sus nietos, eligió vivir. Sin embargo, no fue una decisión fácil. Después de 30 años logró huir del país atravesando China pero tuvo que dejar atrás a su familia. Estaba decidido a trabajar en Japón y enviarles dinero para que pudieran vivir de una forma más decente, pero debido a que era un fugitivo, Japón no reconoció públicamente que fue una víctima del régimen de Kim y, a que no sabía hacer mucho, al haber trabajado en Corea del Norte en minas o en el campo, no pudo tener un ingreso significativo. Tras su huída, el autor no volvió a ver a su familia.

Me gustaría decir que esta es una historia de esperanza, pero no lo es: es una historia de desesperación, de sufrimiento, de pérdida. Lo único que se podría señalar como positivo es que Ishikawa nunca perdió su amor por la libertad y nunca dejó de cuestionar las atrocidades del régimen, que muchas veces sucede en las sociedades autoritarias. ¿Pero es esto suficiente cuando se pierde todo lo que se ama?