La guerra de las Dos Rosas - Estirpe

Los padres han heredado los títulos, problemas, lealtades y las venganzas a sus hijos. En el universo de la guerra de las dos rosas se toman decisiones que cambian el mapa monárquico de la noche a la mañana.

Dos reyes no caben en el mismo pueblo: Enrique VI y Eduardo IV deberán enfrentarse. Ambos monarcas cuentan con casas poderosas que otorgarán dineros, hombres e influencia.

La batalla está servida.

Estirpe, el tercer libro de la guerra de las dos rosas, es, sin duda, un festival de conspiración y traiciones. El libro más redondo hasta ahora, el más logrado.

Iggulden arranca con la batalla de Towton. Una masacre, un baño de sangre que da la victoria a los York. Eduardo IV gobernará y el otro rey vivirá secuestrado. Margarita Anjou huye a Francia y Elizabeth Woodville (y toda su parentela) hacen su aparición para poner patas arriba el nuevo orden yorkista.

Richard Neville, conde de Warwick, conocido pa' los cuates como ‘el hacedor de reyes', es el personaje que llevará el peso de toda la historia. Eduardo IV será también un personajazo, pero Warwick se lleva las palmas.

Hace años, cuando leí La reina blanca de Philippa Gregory, ¡ay! cómo odiaba a los Neville, pero con Iggulden se equilibraron los rencores, y también los afectos, porque como que ya no me cae tan bien Elizabeth Woodville. En La reina blanca la adoraba.

Estirpe se puede leer sola, sin necesidad del resto de la saga, y es perfectamente clara. Este autor tiene muchas cualidades y a ellas se ha sumado la capacidad de enganchar, que ya se intuía, pero que aquí explota por completo. Crear personajes redondos y darles diálogos, acciones y momentos para que saquen lo mejor, es otra de esas cualidades tímidas en Tormenta y Trinidad, pero que en este tercer volumen se disfrutan de verdad y en todo su esplendor. La claridad, el saber centrarse en lo importante y su intento de rigor histórico sin sacrificar el peso de la ficción, son cualidades que permanecen intactas y son marca de la casa.

Me gustaron los libros anteriores a pesar de esas bajadas de ritmo, pero este lo celebro con fanfarrias.

Estos días tuve poco tiempo para leer y me frustró no poder hacerlo con la voracidad a la que me invitaba la novela. Ya estoy con la última entrega, Amanecer, y sigue los pasos de su predecesora, así que voy a aprovechar cada momento para cerrarla por todo lo alto.

Acercarnos a la historia a través de la ficción es una cosa maravillosa. Momentos de la realidad del mundo que son tan intensos, tan impactantes, que sirven de materia prima a escritores para llevarnos a lugares y tiempos que nos hagan soñar, vibrar y emocionarnos. Los York y los Lancaster son, de verdad, una gran opción para dejarnos atrapar.

Pura sabrosura.