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Crítica de Inquilinas_Netherfield


Inquilinas_Netherfield
07 February 2024
Recibí Los días como regalo de una amiga que sabe de mi pasión por Egipto cuando ya tenía pensado hacer el reto egipcio, y enseguida supe en qué categoría lo metería. Tengo varias biografías de faraones y arqueólogos pendientes en la estantería, pero quería salirme de lo que podía ser más habitual y estas memorias de Taha Hussein me parecieron una propuesta no solo muy interesante, sino que además me han dado a conocer a una de las personalidades egipcias más reconocidas del siglo XX: lingüista, historiador, escritor, político, traductor, profesor universitario... al mismo tiempo que leía este libro también leí a Nadia Wassef dedicándole una página entera en La librera de El Cairo, del que os hablé hace poco, así que obtuve la prueba evidente de que estaba ante una personalidad eminente en su país, donde es considerado un clásico de la literatura.

Por cierto, antes de empezar, y salvo que esté equivocada, las memorias de Taha Hussein realmente están compuestas por tres libros, pero la edición que hoy os traigo solo incluye los dos primeros: uno dedicado a su infancia, que termina cuando cumple trece años y se traslada a El Cairo para estudiar en al Azhar, que es la época de su vida que narra en el segundo volumen.

Lo primero que hay que conocer sobre Taha Hussein, que era el séptimo de trece hijos en una familia de clase baja, es que se quedó ciego a la edad de tres años. Tenía problemas de visión, y su familia le administró unas gotas que le hicieron más mal que bien y le privaron de la vista de manera permanente. Y esto es importante saberlo porque en la primera parte de sus memorias apenas hace mención a este asunto, lo vivía como algo normal y con mucha delicadeza: su familia lo trataba con cariño, no hablaban delante de él de su ceguera y, aunque él tenía muy presente su discapacidad, conocía instintivamente cada milímetro de su entorno y se movía por él como si viese cada paso que daba. Todo cambia en la segunda parte, cuando se traslada al Azhar para sus estudios. Allí vive en una habitación con uno de sus hermanos mayores, pero este hermano tiene su vida, va y viene todo el día, y salvo los momentos en que Taha acude al Azhar para sus clases (siempre acompañado de un lazarillo porque no conoce la ciudad y necesita que lo lleven de un sitio a otro), se pasa el día completamente solo porque no puede ir a ninguna parte. Y además sufre y llora sin quejarse nunca porque no quiere ser una carga para su hermano. Pero las penas no acaban aquí, sino que en el propio Azhar ve como lo desprecian o humillan por ser ciego, y esa rudeza, esa brutalidad a la hora de hablar de su discapacidad le duele en el alma, protegido como ha estado por su familia hasta ese momento. Todo cambia con la llegada un primo muy querido que se convierte desde ese día en su compañero del alma y con el que puede ir a mil sitios y salir de su encierro, pero la soledad y el sufrimiento de este niño, el modo en que cuenta incluso que pasaba hambre porque le daba vergüenza comer de cuchara delante de los amigos de su hermano porque acababa siempre indefectiblemente manchado, han sido las páginas que con más interés he leído de este segundo libro junto con el modo en que va descubriendo su nuevo mundo a través de los olores, las voces, los sonidos y las personas que entran y salen de esa habitación.

Dejando esto a un lado, digamos que los dos libros podrían dividirse de la siguiente manera. En el primero, que como digo transcurre hasta los trece años, nos movemos entre las clases a las que acude para aprender a leer y a escribir, ademas de a recitar de memoria el Corán (los más y los menos que tiene con el profesor, un jeta mentiroso con mucha labia y más vago que siete suelas, te sacan la sonrisa muchas veces) y su vida familiar, que tiene momentos muy tiernos y típicos de niños, pero también momentos muy duros cuando la muerte golpea a la familia. Cómo se vivía en su barrio, las tradiciones, la comida, las muy diversas religiones y ramificaciones de algunas de ellas, la gente que acudía a conversar con su padre... en este primer libro ya se atisba a un niño rebelde que no se conforma con aceptar lo que le dicen porque sí, que cuestiona las cosas, que tiene sus propias ideas y no tiene miedo de decirlo en voz alta aunque eso luego repercuta en castigos. Esta personalidad termina de explosionar en el segundo libro cuando acude a estudiar a la Universidad teológica de al Azhar (mintiendo sobre su edad, porque como ya digo solo tenía trece años y había que tener al menos quince para que aceptaran tu ingreso). Allí, donde estudia asignaturas como Fundamentos de la religión, Derecho, Retórica, Teología, Gramática... no tiene miedo de cuestionar a los cheij (profesores), de interrumpirlos o de llevarles la contraria. Algunos se lo toman bien y ven en él a alguien con un futuro muy prometedor, pero otros no se toman tan bien que ponga en duda las enseñanzas tradicionales. de hecho queda muy patente la desilusión de Hussein con el modo en que se impartían la clases y su paulatina atracción por la Literatura, rama que acabaría estudiando con mucho más interés (según he leído, al Azhar se negó finalmente a aprobarlo y darle su diploma y tuvo que matricularse en la Universidad de El Cairo, donde tampoco lo querían al principio por ser pobre pero donde finalmente se doctoró en Literatura... pero esto no se cuenta en este volumen, así que no entro en ello).

La vida de Taha Hussein da para hablar mucho: fue expulsado de la Universidad de El Cairo, donde era profesor de literatura árabe, tras la publicación de su libro más polémico y famoso; era defensor del faraonismo, una ideología que extraía lo egipcio de la historia árabe; fue ministro de Educación en su país y recibió el Premio de Derechos Humanos de las Naciones Unidas antes de su muerte... os invito a indagar sobre él porque fue un personaje de lo más interesante. Yo lo dejo aquí, ya os comenté en la reseña anterior que mi tiempo es muy limitado.

No creo que Los días sea un libro para recomendar alegremente porque te tiene que interesar mucho el tema. Son unas memorias, y como tales tienen momentos de todo: algunos muy divertidos, otros muy interesantes, bastantes de los que aprendes muchas cosas... pero también tienen páginas que a mí, particularmente, se me han hecho un poco cuesta arriba (todas en el segundo libro y todas referidas a las clases en el Azhar... se me hacían muy repetitivas). Pero por lo demás es un libro que se lee con mucho interés y una ventana a la vida de un hombre que fundó en España el Instituto de Estudios Islámicos... Os cuento un detalle curioso: a finales de los años 20 del siglo XX, Taha Hussein fue profesor en Egipto de Emilio García Gómez, el arabista español más importante del siglo XX y traductor tanto de estas memorias que os traigo hoy como de Diario de un fiscal rural, del que os hablé hace unos meses.


Os dejo con un fragmento del último capítulo del primer libro, donde le habla a su hija, le dice que trabaja cada día para que ella no tenga la misma vida de miseria que él tuvo en su infancia, y le da las gracias a su mujer, a quien conoció en Francia cuando acudió a estudiar en la Sorbona de París:

"Así vivía tu padre cuando tenía trece años. Y si ahora tú me preguntas cómo ha llegado adonde ahora está; cómo su aspecto es aceptable y ya no provoca desdén ni menosprecio; cómo puede darte a ti y a tu hermanito la agradable vida que lleváis; cómo ha podido despertar, en el ánimo de los unos, envidias, rencores y odios, y, en el de los otros, satisfacción, afecto y estima; si me preguntas, en suma, cómo ha pasado de una a otra situación, no podría yo contestarte. Pero ahí tienes otra persona que sí puede darte la respuesta. Pregúntale y ella te dirá [...] Ese mismo ángel fue el que también se inclinó sobre tu padre, trocando su infortunio en dicha, su desesperación en esperanza, su pobreza en riqueza y su desgracia en serena felicidad".
Enlace: https://inquilinasnetherfiel..
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