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"Cuando estaba en la compañía, sabía de chicas que se habían quedado embarazadas, pero el espíritu de dedicación era tal (recordó los pies ensangrentados, las funciones en las que bailabas muerta de dolor por los músculos desgarrados, las épocas en que se echaban en la cama entre un ensayo y otro porque Diaghilev llevaba tres semanas seguidas sin pagar a la compañía y se alimentaban de medio litro de leche y dos panecillos al día) que un aborto clandestino se habría considerado simplemente como uno más de los riesgos de la vida. Pero al casarse había renunciado a aquel entorno social a cambio de otro en el que las mujeres no parecían dedicarse a nada más que a tener hijos y a tratar con los criados. La vida era una gran trampa puesta por los hombres, reflexionó, y el sexo, que era obvio que tenía que atrapar bastante para que las mujeres llegasen siquiera a contemplarlo, teniendo en cuenta en qué consistía (horas y horas a lo largo de los años de intimidades de una naturaleza inexplicablemente insatisfactoria, intimidades dolorosas, desagradables y en última instancia aburridas), era, ni más ni menos, algo que intercambiabas por el confort y la seguridad de tener pareja y pasar buenos ratos de otras maneras".Los años ligeros es el primer libro de los cinco que componen las Crónicas de los Cazalet, una familia de clase alta inglesa dueña de una empresa maderera. En este primer tomo la autora nos sitúa en los dos últimos veranos que preceden a la Segunda Guerra Mundial con sus reuniones familiares, los primeros amores, las peleas de primos, la vida, obra y milagros de todos los miembros de las familia, personal de servicio y aledaños y hasta los preparativos para la inminente contienda. La autora es sumamente descriptiva y eso puede hacerse pesado a veces, sobre todo en la primera parte, en la que lo que hace es presentar a todo bicho viviente, hasta a las mascotas. En la segunda, la cercanía de la guerra los tiene a todos un pelín de los nervios y es donde ya se suceden los acontecimientos uno tras otro. Pero sin pasarse, que esto es costumbrismo inglés. Jane Howard vivió la época que relata en el libro y eso se nota, como también se nota que lo escribió a toro pasado en los años noventa porque hay cosas que me chocaron, como que hablara tan claramente del sexo, los métodos anticonceptivos y el aborto, cosas que seguro que han sucedido siempre, pero que yo diría que entonces no se escribían.La novela acaba abruptamente porque es solo eso, el comienzo de algo, un algo que bajo mi punto de vista no puedes apreciar hasta que no has leído en su conjunto. Me quedan nada menos que otros cuatro.
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