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Este libro estuvo años en mi estantería esperando un turno que cada vez se alejaba más, y al final un día decidí no seguir posponiéndolo. Lo primero que noté fue que la edición no está muy cuidada, durante la lectura uno encuentra muchas erratas y faltas de puntuación incómodas. Después de varios libros protagonizados por adolescentes que se comportan como adultos, es agradable leer una historia donde los personajes actúan acorde a su edad y sus vivencias. Cale es un muchacho taciturno y muy reservado. Prefiere observar y pensar en lugar de actuar precipitadamente. Es el cerebro del grupo, el que mantiene la cabeza fría cuando las cosas se descontrolan. Aunque a veces le dan unos terribles ataques de ira y arrasa con todo lo que ve; es impredecible. Los primeros capítulos del libro me tuvieron enganchada, me gustaba mucho la forma de narrar del autor, así como el contesto histórico en el que se mueve la historia. La novela empieza muy bien, describiendo un mundo oscuro y nada acogedor. Me gustó la crítica hacia las religiones en general, y los Redentores en particular. Habla de la violencia y las consecuencias del fanatismo por cualquier culto. Sin embargo, al pasar las 200 páginas, justo cuando Cale logra escapar del Santuario, noté que perdía chispa. Por alguna razón, el escritor estaba tan perdido como sus personajes, sin saber a dónde conducir sus pasos. No había una razón clara, un objetivo, que animara a Cale y sus amigos a seguir un camino u otro. No se formaba una trama principal y así es difícil mantener el interés. Los personajes tienen mucho potencial, pero muy desaprovechado. Entiendo que Cale sea el protagonista, pero cuando empieza a vivir bajo las órdenes de los Materazzi, el resto de personajes pierden tanto protagonismo que quedan como meros monigotes decorativos. Me dolió que Henri y Kleist se desdibujen hasta el punto de no poder reconocerlos. Riba nunca me pareció una chica especial, pero hasta eché de menos que contara algo sobre ella y su vida como doncella. La historia de amor es torpe, sin gracia ni ternura. No es la primera vez que un autor ha metido con calzador un romance que no viene a cuento. Creo que ha sido un intento de suavizar la trama y quitarle parte de la oscuridad que destila. Lo que terminó por desilusionarme fue el desenlace. Tras pasar páginas y páginas donde se describe con todo lujo de detalles una batalla muy larga que se resuelve en apenas dos hojas, ¡por fin sabemos por qué al muchacho lo llaman "la mano izquierda de Dios"! Llevaba toda la lectura esperando con ansia saber a qué venía este título tan llamativo, y me encuentro con un tópico. Qué desilusión, qué falta de originalidad. Hasta que no llegué al final, no supe que existe una continuación. Ahora estoy confusa, no sé si arriesgarme a leer una segunda parte que puede mejorar o empeorar aún más la historia, o quedarme con el sabor agridulce de la primera. Saludos ;) |
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