Stella es especialista en datos, mas concretamente econometrista, muy exitosa y amante de su trabajo, su sinceridad es brutalmente inocente. Stella es entrañable y desprende sencillez, pero es nefasta para las relaciones sociales, especialmente las que contengan acercamientos. A sus treinta años su madre la presiona constantemente para tener una relación lo que hace plantearse contratar a un hombre de compañia para que le enseñe a practicar las relaciones interpersonales en todos sus ámbitos. Contratará a Michael después de revisar todos los datos de una agencia de acompañantes, medir los parámetros y valorar cada puntuación, bueno y porque es guapisimo, con unos rasgos únicos que le recuerdan al protagonista de su serie coreana favorita. Para ambos desde el principio la relación era de conveniencia, el gana dinero y ella intenta aprender, Stella establece una pautas de enseñanzas, pero poco a poco los objetivos se van a ir modificando. Una relación en prácticas que se va conviertiendo en algo mas especial. Es una historia llena de inocencia e ingenuidad, rodeada de vulnerabilidad, muy tierna sin traumas ni dramas. Cargada de mucho aprendizaje para los protagonistas, Stella descubrirá un gran vocabulario sucio y Michael entederá que no todo está en los genes. Y también el lector aprenderá bastante sobre los trastornos autistas, porque Stella tiene Asperger. Soy de las que lee hasta los agradecimientos, y en este caso en las notas de autora te hace unas preguntas para debatir bastante interesantes para desgranarlo. Además he descubierto que a la propia autora le diagnosticaron Asperguer, que lo uso como inspiración para escribir el libro, y lo que empezó como la documentación para el libro se convirtió en un camino de autodescubrimiento. |