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Es el primer Nobel de Literatura que leo y comencé con altas expectativas. Como novela corta que es, nos encontramos con una única trama en la que el viejo se echa a la mar en su bote para capturar un marlín. En el proceso vemos caracterizado el oficio de marinero en la forma en la que, ante la soledad, habla consigo mismo e incluso con los peces voladores que pesca y les sirven de sustento. A menudo repite "Si el muchacho estuviera aquí" y "Cómo habrá quedado el partido de béisbol y qué opinaría de mí el gran DiMaggio". Santiago, el viejo, deberá lidiar contra infortunios y sus propios demonios interiores; pues sería una deshonra regresar a puerto sin su preciado trofeo. En definitiva, la obra se centra en la psique del viejo; en cómo se acepta a sí mismo con sus victorias y sus fracasos. La travesía en el bote supone otro viaje interior. La parte negativa se la pongo a la edición. Encontramos algunas erratas. Lo más grave, lo cual te saca de la lectura hasta que te acostumbras, es que al intercalar pensamientos con diálogos (más bien el monólogo de Santiago), a veces está indicados de manera incompleta y otras ni se indica mediante los correspondientes signos de puntuación. Mezcla pensamientos con diálogos y estos con la narración. Si te acostumbras, es porque diferencias los tiempos verbales que en pasado te indica que corresponde al narrador. Por otra parte, el final te deja algo indiferente; es más simple todavía que la propia trama. Por lo general me ha parecido una obra entretenida que se lee en dos sentadas. |
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