Si buscáis una novela negra por antonomasia, este es vuestro libro. Un inspector nuevo en la comisaría y con un pasado traumático, un barrio decadente con problemas de integración racial, una policía dividida entre el macho alfa blanco y los jefes pendientes de lo políticamente correcto. Y si a eso le sumas el descubrimiento de un grupo de cadáveres con heridas muy características, pues ya tienes montada la madre de las bombas de relojería. La lectura es entretenida, con unos personajes tan bien caracterizados que a alguno le coges tirria/odio sólo por cómo lo dibuja. |