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Los tres primeros relatos me parecen buenos y equilibran momentos duros con tiernos, además de tratar temas de yakuza combinados con episodios de vida cotidiana ajena a ese mundo. En todas partes hay gente buena y mala y sus caminos pueden cruzarse en cualquier momento. La vida es un camino espinoso en el que no siempre ocurre lo que se desea y las expectativas no suelen cumplirse. Sin embargo, a partir del cuarto relato la obra se vuelve repetitiva, y es que hay tantas vivencias por representar como humanos en el planeta tierra, pero sería terrible querer narrarlas todas unidas por un mismo hilo conductor (en este caso, Tamon, el perro). Hubo muchos momentos en que la narración se me hizo repetitiva y todos los relatos a partir del cuarto (incluido) empiezan de la misma manera: un perro sucio y desnutrido en la carretera, herido por un jabalí, al que recogen y llevan al veterinario para luego adoptarlo y cuidarlo durante un tiempo antes de que al nuevo dueño le sobrevenga una desgracia. En alguna ocasión las repeticiones se daban en la misma página o párrafo. Incluso alguna que otra incoherencia (bañar a Tamon antes de meterlo en casa cuando tres páginas antes el veterinario lo había dejado lustroso). Aún así, y pese al desenlace, creo que el último relato cierra la obra de manera digna: , aunque llega un poco tarde después de haber abusado el mismo recurso tantas veces. En el fondo creo que Tamon Podría haberle puesto tres estrellas, pero después de pensar que el número de relatos que disfruté fue inferior al de los que me aburrieron por repetitivos, lo he dejado en dos. |
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