El alcalde de Casterbridge

Recuerdo que el primer libro que leí de Hardy ( y hasta ahora el único) fue “Tess la de los D'Uvervilles”, y no lo recuerdo como una de mis lecturas favoritas, aunque no me desagrado para nada, de hecho creo que esta impresión se debió a que lo leí demasiado rápido. Y eso no es algo bueno cuando nos enfrentamos a un autor como Hardy, que frecuentemente va directo a lo que quiere contar, por lo que muchas veces las cosas pasan tan rápido que puedes ni darte cuenta. Y eso es algo que no puedes permitirte en sus obras, donde todo es importante y cuenta

Esta es una de las dos cosas que más me ha llamado la atención de “ El Alcalde de Casterbridge”, una novela que, por otra parte, me ha encantado y me ha enganchado mucho, bastante más de lo que me creí cuando la comencé. Es un libro que se lee rápido, y creo que esto tiene mucho que ver con el hecho de que empiece con un episodio tan fuerte como lo es la venta por parte de un marido de su cónyuge y la hija de ambos. Y eso es solo el principio de una trama hilvanada y compuesta por las mentiras, los errores y las casualidades, que se conjugan de una manera trágica.

Lo otro que más me ha llamado la atención es algo que ya había visto en “Tess la de los de D'Uvervilles”: como el autor crea una historia escalofriante en la que los personajes son incapaces de escapar a un destino implacable que parece ir a por ellos sin contemplaciones, un destino caprichoso y cambiante que se crea, a partes iguales, por las propias actuaciones de sus protagonistas, las terribles casualidades y las convenciones sociales del mundo en que se muevan, de forma que parece que es una fuerza superior la que mueve los hilos. Un mundo que Hardy nos presenta nítidamente trazado (con sus leyes, peculiaridades y costumbres)

Así nos encontramos, desplegándose ante nosotros, un pequeño microcosmos en el que se mueven unos personajes que representan lo mejor y peor del genero humano en todo su esplendor. En este sentido, uno de los aciertos de esta novela es como el autor nos regala caracteres genialmente trazados, siendo absolutamente complejos y humanos, que varían de parecer con gran celeridad y que están fuertemente sujetos a sus propios deseos y a las pasiones humanas.

Aunque todos están muy bien caracterizados, la palma se la lleva el de Henchard, cuyos actos y personalidad son los que marcan el compas de toda la trama, y al que es imposible admirar y despreciar a partes iguales, tal es el realismo y la complejidad con el que esta creado, tanto que uno casi siente que le puede tocar solo levantando la mano. Me ha encantado como todo se construye entorno a sus actos, y como todo lo que consigue o le pasa (para bien, pero, sobre todo, para mal) es ,principalmente, fruto de sus propios actos y de su personalidad cambiante. Resulta interesante como representa el pasado frente a un Farfrae que representa el presente y el futuro en un mundo rural que esta apunto de entrar en la Revolución Industrial, con los cambios y disputas que esto genera, siendo uno de los temas centrales de la obra.

“El alcalde de Casterbridge” es una historia terriblemente dramática. Como ya he dicho antes, lo peor que tiene es que hay escenas y hechos que pasan demasiado rápidos, el autor no se explaya en ellos tanto como en otros episodios. Pero esto incide en que sea un libro dinámico y lleno de golpes de efecto, que es rápido de leer y que se disfruta, aunque deje con un sabor amargo por la historia triste que cuenta y por su final, que se te clava en el alma.