Este libro suena a aviones sobrevolando, sirenas antiaéreas, el correr de las cortinas y el temblor de un sótano. Huele a moho, a polvo y a miedo -el más penetrante de todos-. Y duele, incluso vuelven a doler heridas que se habían abierto en otras ocasiones. El Ruiseñor te habla sobre la guerra y aquellas mujeres que la vivieron a la sombra, sin desfiles ni medallas ni mención en los libros de historia. En unos años donde el tiempo se antojaba tan efímero, ¿cómo puede ser también un libro sobre el amor? Porque en él las heridas se cierran, el amor perdura y el firme deseo de ser recordado permanece: hablamos sobre olvidar y sobrevivir, mirar atrás y ver que el pasado tiene una nitidez que ya no tiene el presente… Francia 1939. Isabelle, Vianne. No sé los demás, pero yo os recordaré siempre |