 |
«¿Quién trazó el largo, larguísimo sendero que recorre las ciénagas y los bosques? El hombre, el ser humano, el primero que llegó a estas tierras. Antes de él no existía ningún sendero». Así empieza 'La bendición de la tierra', novela de ritmos dilatados y líricas bondades sobre el mito fundacional: la primera tierra labrada, la primera semilla de la civilización y el progreso. En 'Markens Grøde' (título original) el hombre es uno con la tierra; y, pese a los conatos de sabotaje tecnológico-económico y la progresiva racionalización del terreno, en Sellanrå nunca se abandona la relación primordial. El trabajo redime las faltas y los frutos bendicen los arrepentimientos; y la vida, como los ciclos de las estaciones y las cosechas, fluye en armonía con el cielo. «...sois los imprescindibles de la Tierra. No todo el mundo lo es, pero vosotros sí: los imprescindibles de la Tierra. Sois los que mantenéis la vida. Existís de generación en generación, producís y, cuando morís, os sucede una nueva. Eso es lo que quiere decir vida eterna». |
>
