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Ensayo iconoclasta con algo de sospecha psicoanalítica mal procesada y mucho de novela histórica jamás confesada. La pretensión es estética. El método es históricamente dudoso. Los textos están, pero de trampolín a la especulación del historiador que envidia en secreto al novelista. Belgrano fue un fracaso, pero nadie discute su exitosa imagen. de ahí el enigma. La interpretación del autor, una lucha interna entre los ideales de la familia y el convulsionado entorno de la revolución. O la tradición o la ruptura, pero no en lo político, sino en lo personal, en lo íntimo de la identidad de Belgrano. Don Tulio deja un idiota con suerte, un personaje lleno de rumiaciones extrañas. Los soldados se burlaban de la cotorrita, así le decían al ilustre creador de la enseña patria argentina. Tanto Paz, como Mitre, contaron ese episodio clave de la vergüenza. Dorrego, justamente el hombre de confianza de Belgrano, se burló de la voz de mando de don Manuel en una reunión militar presidida por el mismísimo San Martín. Dos veces. Hasta que el General amonestó al burlón. No parece ser sólo bullying contra un posible gay. Parece ser una cuestión de poder o de autoridad durante una etapa crítica de formación de una nación que no ha terminado nunca de nacer. Esa es la sugerencia de Halperin Donghi. Quedan las ganas de leer mejor a Paz y a Mitre, y de seguir por cualquier lado. No parece tener sentido la voluntad de encontrarle un sentido a la Argentina.
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