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Armando es uno de los mejores ladrones de arte de Europa. Carlota malvive en el centro de Madrid y detesta su trabajo. Sirviendo el catering en una subasta de obras de arte, ve la oportunidad de robar unas acuarelas y hacerse con un dinero extra. Armando también está allí, su descaro le cautiva, Carlota será su pupila. En pleno apogeo de las novelas que incluyen el arte en su trama, Aurora Guerra nos presenta a Armando y Carlota. Los acompañaremos por distintos museos, donde la joven ira perfeccionado su técnica. La tensión en las escenas de robos está asegurada, pero tras ellas, nos encontramos una historia que no me ha terminado de encajar, os cuento. Carlota es una joven de barrio falta de modales y mal hablada, Armando es un nuevo rico dispuesto a aleccionarla. Durante toda la novela tendremos discusiones recurrentes por el vocabulario empleado por Carlota y una relación de amor intermitente entre ambos. Comportamientos del todo incoherentes y nada lineales, se aman y se odian en una espiral de sin sentido, siempre regida por Armando, lo que a mí me ha hecho tomar distancia de ellos, lejos de empatizar o emocionarme. Siento que los viajes que realizan podrían haber dado mucho más de sí. Carlota comete el robo, se produce un acercamiento o un distanciamiento entre ellos, y fuera. Lo que termina haciéndolo bastante repetitivo. No todo iba a ser malo, la segunda mitad del libro toma buen ritmo, preparándose para un último gran robo que sí que ha logrado mantener mi atención. Aunque eso sí, el final me ha parecido forzado. Para mí el principal problema ha sido la catalogación, es una novela de ficción con un poco de suspense. Sabiendo esto, si os gustan las novelas al estilo ladrón de guante blanco, esta os puede gustar. Además, cuenta con una documentación artística excelente. Enlace: https://www.instagram.com/p/.. |
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