 |
Una historia creada a base de pura tensión. Con personajes tan definidos que asusta su coincidencia. Pletórica de inquietud, de situaciones perturbadoras. de actos malsanos. Pero también de inocencia y bondad gratuita, Llena de alusiones bíblicas, y situaciones desarrolladas a partir de las mismas. Un relato que mantiene pegado a el, Que sostiene en vilo por la necesidad de saber que sigue, como terminara todo. Personajes con piel de cordero sobre su piel de lobo, o con una capacidad inconmensurable de cometer errores por mala voluntad. Malos muy malos ( desde los considerados primeros asesinos seriales, en Norteamérica- mencionados como referencia, ) buenos muy buenos, por ingenuidad ( Pearl) o estulicia ( los Icey) ., Son los años de la depresión en Estados Unidos, depresión mas acuciante en la población de por si marginal. En sentido doble, relegada de la sociedad y viviendo en la margen de un río. Escenario perfecto para la comisión de excesos, delitos, pecados, y las manifestaciones de buena voluntad. Convergen dos delincuentes uno fortuito con deseos de salir de la pobreza, comete un asalto bancario, el otro un asesino serial, oculto tras la apariencia de un predicador . Coinciden en la cárcel. El ambicioso, despiadado y cruel predicador inicia, al salir una carrera, maratónica por recuperar el desaparecido botín, asola en todos aspectos a la familia del ladrón, esposa y dos hijos,John y Pearl. Estos únicos conocedores del destino , del producto del hurto. Huyen, se esconden, sufren, como el pueblo Judio en el éxodo. Y… continúa la acción. Mitad ambiente, mitad acción , trepidante, inquietante hasta el final. Mucha maldad , demasiada inocencia , pésima combinación. Excelente novela mas que negra oscura y retorcida… “ los caminos del señor son inescrutables” Convertida en película, que en su época resultó un fracaso, pero que visualmente, más por el hecho de ser en blanco y negro proyecta perfectamente la desazón del ominoso ambiente cargado de maldad inmerecidamente dirigida a los más inocentes John y Pearl, más la muñeca Jean. Dinero maldito… que nada vale, así reza la canción. |
>
