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1979, es el año que eligió Juan Gracia Armendáriz para escribir su relato «El año en que murió John Wayne» y con el que decidió titular este conjunto de relatos. Unos relatos en los que el autor es capaz de plasmar, con un estilo definido y reconocible, los pensamientos más oscuros y las acciones más feroces y hasta puedo decir, inhumanas. En cada cuento, la figura paterna está presente, donde se muestra al lector, sin ningún tipo de sutilezas, toda la crudeza y la violencia que rodea esa realidad. Una realidad de la época que retrata, los últimos años de la dictadura en España, y los inicios de la Transición. No intenta enmascarar ninguna acción de las que relata, ni tampoco pretender justificar los hechos, algunos hasta aberrantes, y los presenta tal cual, sin cortapisas. Son catorce cuentos, algunos publicados ya con anterioridad y que vuelve a recopilar en este volumen. En algunos de ello, la sensibilidad es más que evidente y también, gracias a su narrativa, podemos intuir aquello que está ocurriendo sin necesidad de mostrarlo abiertamente. En otros, como el que da título al libro se abre al lector contando unas historia de su infancia sobre el terrorismo imperante en esos años en España. La lectura no pueda decir que es amena porque te deja con una sensación algo extraña después de cada historia, extraña me refiero a que no puedes sentirte indiferente ante tanta rudeza o furia que destilan las palabras de Armendáriz. Sin embargo, consigue que se te revuelva el estómago, sobre todo en el relato titulado “El dragón”, después de leerlo sentí tal desasosiego y me dejo tan “mal cuerpo” que al terminarlo me dije a mi misma: ¿es necesario ser tan explícito?, ¿qué aporta a la historia mostrar un acto tan deleznable con tanta claridad? Probablemente este elemento en todo el libro sea el más negativo, no por lo que escribe, porque como he comentado no ha sido agradable de leer, más bien ha sido por la sensación que me queda al sentir que no era necesario, que se podía haber contado lo mismo de otra manera, como ha ocurrido en otros de los relatos. Imagino que el autor lo que pretende es ser claro, no andarse con rodeos y enseñar la realidad tal cual es. Que esos actos rodean nuestra existencia y que no por callarnos y obviarlos van a desaparecer. Sin embargo, reconozco que cada cuento lo he leído con avidez, me han hecho reflexionar y ponerme en el lugar de algunos de los personajes y sentir empatía por ellos. Es un autor, que no deja indiferente, un autor que escribe con delicadeza, con cuidado en su escritura y con cierta pulcritud que hace que, a pesar de lo dicho con anterioridad, quiera seguir conociendo más de obra de este autor singular. |
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