Este pequeño libro a color de apenas 90 páginas es una delicia, puesto que los textos de Ramón Gómez de la Serna cobran sentido y vida cuando los acompañas de una imagen, y me consta que él mismo era un apasionado de la fotografía y se inspiraba en dichas imágenes para construir sus juegos de palabras. El arte de David Vela es hipnótico y atrayente, el complemento perfecto para dichos textos breves. Un libro para detenerte y mirar, para intuir tus greguerías, un libro que te induce tus propias reflexiones, un libro cargado de magia, de candidez, de oscuridad y de sueños. |