Los espejos venecianos

La dosis justa
Govanni Conti acude a Padua en 1792 para cursar estudios de documentación histórica en la universidad. La verdad es que sus primeros pasos no han sido muy certeros: ha llegado tarde a la ciudad, se ha quedado sin hospedaje para el curso y el profesor Giacomo Amadio está disgustado con él. Por fortuna, una mujer, Alessandra, decide acogerlo en su casa, en la habitación que da justo al patio del palazzo de la familia Balzani. ¿Qué tendrán esas paredes que obsesionarán al joven universitario?
Así comienza nuestra historia de hoy, una narración donde el misterio y la razón se entremezclan para llevar al lector a través de la ciudad italiana de Padua y sus edificaciones. Lo cierto es que, como hemos mencionado más arriba, es un libro dirigido a un público joven (12-13 años, aproximadamente), pero, sin embargo, creo que es un libro que podemos disfrutar todos, ya que el misterio que nos encontramos en sus páginas está muy bien planteado.
Cuando Giovanni mira por la ventana de su habitación y descubre el desierto palazzo de la familia Balzani, comienza a sentir una profunda curiosidad, así que acudirá a su amiga Lena. Pronto descubre que quien supuestamente lo habita es el fantasma de la última de los Balzani, Beatrice, y que la familia estaba maldita. Con esta premisa tan sencilla ya nos deja Joan Manuel Gisbert pegados a las páginas, ya que en su narración no se nos aclara si todo aquello que Giovanni ve u oye es real o es una figuración del muchacho, y es que la ambientación nos permite que creamos posible todo. El cóctel estará servido: buena ambientación, buen punto de partida y un camino con intrigas pueden ser y no ser.
La atención no depende de la extensión
Con una premisa tan atrayente, ¿quién será Beatrice?, ¿realmente hay un fantasma en el palazzo?, ¿descubrirá Govanni el secreto? Una de las cosas que menos me ha gustado de la novela ha sido la poca extensión que tiene la historia. Realmente la novela tiene unas 130 páginas y en ella nos encontraremos muy pocos giros en la trama, con un recorrido breve y con un final que se resuelve de manera bonita, pero relativamente rápido.
Entiendo que la novela está diseñada para adolescentes, pero creo que se tiene poca confianza en ellos. Creo que los autores que se enfoquen a estos públicos deberían ser más osados, sobre todo porque la contrapartida, como veremos a continuación, solo es la ambientación. No dejan los libros porque la trama sea liosa, sino porque no se recurren a temas que les sean cercanos. Por otra parte, los profesores, de igual modo, deberíamos explorar más horizontes.
No de descripción vive el ser humano
Y es que, cuando tenemos una trama sencilla por lo simple, solo podemos ampliar las páginas de la una novela con la ambientación, que en este caso es detallada hasta el punto de serlo demasiado. Además, teniendo en cuenta que toda la acción sucede en dos escenarios, el palazzo Balzani y la biblioteca, parece mentira que este no quede enfocada al misterio sino al detalle preciosista. Esto es lo que puede aburrir al lector, sea joven o adulto.
Paso a paso, pero con osadía
Ahora que ya han pasado unos días desde la lectura de la novela, puedo decir que me ha gustado. El misterio de Beatrice me ha parecido interesante, el final me ha parecido bonito y, en cierto modo, curioso. Giovanni y sus amigos son unos personajes interesantes y, aunque la ambientación está bien, pero es demasiado, la Padua de siglo XVIII se reconoce entre sus páginas. Sin embargo, esos peros que decíamos más arriba, la ambientación irregular, una trama sencilla, quizá en extremo, hacen que quizá opte por otras novelas para recomendar a los más jóvenes. Espero que con todo os animéis, la historia de Beatrice y Giovanni merece la pena.

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