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La escritura de Ginzburg puede parecer sencilla pero es un espejismo, porque su escritura está cargada de connotación. 'El camino que va a la ciudad' parece una historia sencilla, una chica de un pueblo italiano que se queda embarazada y sus disonancias cognitivas como parte de una sociedad conservadora y unos orígenes pobres que poca perspectiva de futuro le otorgan; pero, en realidad, me ha parecido que es un retrato crudo y profundo sobre la obligatoriedad social del matrimonio y de cómo éste a veces puede ser una posible salvación, aunque en el caso de la protagonista es todo lo contrario. Un hombre que no te ama pero que sin él tampoco tienes otras opciones mejores. A mí me ha desgarrado por dentro, sobre todo ese final. Los relatos, por su parte, son dosis de reflexión sobre las relaciones, sobre el anhelo y la necesidad de sentirse querido. En general, me ha encantado, me ha resultado fascinante.
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