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Ingresar en este libro es vivir una experiencia literaria única. Verónica Gerber Bicecci crea un idioma propio en estas páginas. «Hay cosas, estoy segura, que no se pueden contar con palabras». Estoy tan segura de esto, como estoy segura de que el poder de las palabras es inmenso. La autora lo sabe y explora un lenguaje compuesto de letras y diagramas de Venn, dibujos y vacíos expresados en diferentes formas. La vida es una gran incógnita. La magnitud de la incertidumbre y del vacío desborda a la protagonista que nos narra su historia en pequeños pedacitos desordenados, con una mirada medio cínica y medio trágica. Verónica regresa al departamento de su madre que desapareció. Este libro es un devenir mental que intenta descifrar el pasado, lo que atraviesa en sus vínculos amorosos y la vida. ¿Cómo abordar la ausencia, el vacío? No hay respuestas simples, pero sí, en este libro, fragmentos que tocan la línea, se acercan, se asoman a ese misterio. Me detuve a leer y releer frases que sentí sublimes, que desvisten una dimensión profunda, que me resonaron intensamente. En estas páginas hay constantes invitaciones a la reflexión sobre el tiempo, el amor, el desamor, los vínculos, la soledad, el abandono, el exilio, las desapariciones y el vacío. Esta es una novela extraordinaria, original; una obra visual inteligente, brillante y bellísima. |
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