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No es fácil escribir esta reseña, porque hay tantas cosas que decir y tantos sentimientos que expresar, que por mucho que lo intente sé que me dejaré algo en el tintero. La carta de presentación de Noah no es de las mejores, es más, yo diría que es de las que consiguen que te caiga mal. Y sus posteriores apariciones no es que mejoren mucho la idea, más bien al contrario. Si además, tenemos a Dylan para compararlo con él y conociéndoles desde su adolescencia, por fuerza Noah sale perdiendo, dicho lo cual, se entiende perfectamente el comportamiento de Cris. Noah Miller parece huraño, asocial, antipático y maleducado, pero no hace falta leer muchas páginas para ir percibiendo algo muy diferente en él, para entender que tal vez todo sea una fachada que unida a un carácter tímido y eclipsado por un hermano mellizo que es todo simpatía, le haya llevado a ser el “Hermano de Hielo”. Comprendí que había mucho más en él de lo que percibía a raíz del “juego del beso”, ahí es donde empecé a intuir al verdadero Noah, y no me equivoqué. Cuanto me ha hecho llorar, reír, emocionarme y desear que tuviese ese final feliz que se merecía, no sólo por su no-relación con el amor de su vida, también por esa infancia que ningún niño, por muy superdotado que sea, se merece. al hilo de esto, creo que ese profesor que no merece ni que diga su nombre, nos va a dar alguna sorpresa y no buena precisamente, como tampoco puedo obviar, que ninguna madre por mucho que haya sufrido, debería permitir semejante nivel de abuso y explotación. Tal vez sea una mente privilegiada, pero como persona deja mucho que desear, no me sirven los arrepentimiento tardíos, no es tolerable semejante desapego sólo por perseguir una meta. Ahora le toca el turno a Cris. Sólo puedo solidarizarme con esa adolescente que ha tenido que dejar todo su mundo y amoldarse a uno que no la acepta y sabiendo esto, es perfectamente comprensible su reacción ante los dos hermanos, uno todo simpatía y el otro todo antipatía. Con esa edad y su situación “social”, lo lógico es sentirse cegada por quien representa el sol y huir de quien se asemeja a un bloque de hielo. A lo largo de su vida ha ido arrastrando ese poso de inseguridad y es lo que desencadena su huída aprovechando una confusión y le hace concebir esperanzas de recuperar aquello que una vez creyó tener. De humanos es equivocarse y también es cierto que “el hombre es el único que tropieza dos veces con la misma piedra”, tal y como confiesa quien más mete la pata y además por duplicado. Creo que no he llorado más que al leer esa confesión en lo más alto de la noria de Brisbane. Cómo alguien puede esconderse detrás de esa capa de frialdad e indiferencia y en el fondo ser el más tierno y sensible, cómo ocurre muchas veces, sólo es una armadura y por suerte, la persona destinataria de todo ese torrente de emoción incontrolable, sabe entenderlo y dar marcha atrás a una decisión que sólo le habría traído infelicidad. Imposible no mencionar a esos cinco personajes que me han proporcionado los momentos más hilarantes. Oliver y Chloe por su inocencia y sabiduría infantil, imposible no quererlos, y Liam, Alba y Marien por ser esos amigos incondicionales y gamberros. Y por contra, hay dos insoportables. Roxane, pagada de si misma hasta la médula cree que puede conseguir todo lo que le apetece sin importarle pisotear y menospreciar a quien se interponga en su camino y Patrice, esa madre que no merece que la llamen así. Me dejo muchas cosas sin decir pero creo que ya he explicado bastante, el resto lo dejo para completar el siguiente libro que se solapará en el tiempo con este. Enhorabuena Rose, siempre consigues emocionarme. |
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