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Crítica de Inquilinas_Netherfield


Inquilinas_Netherfield
28 November 2017
Reconozco que la temática de los juicios de Salem me apasiona. No de un modo morboso y superficial, sino como hecho histórico que es, por lo inexplicable que resulta aun hoy en día lo que sucedió en esos 14 meses en los que una población pasó a la historia cometiendo unos actos que por mucho que se lean, que se estudien, que se intenta ahondar en ellos, siguen poniendo los pelos de punta. Y digo arriba inexplicables porque lo que sucedió allí va mucho más allá del fanatismo religioso, que es el razonamiento que nos viene a todos a la cabeza al pensar en esos juicios. La raíz de todo fue el aprovechamiento de la situación para ejercer una crueldad terrible (en unos casos para llamar la atención, en otros para saldar deudas pendientes), y si encima esto se lleva a cabo de manera colectiva, como fue el caso, nos lleva a donde estamos ahora mismo, a seguir hablando de lo que ocurrió en una pequeña población de Massachusetts entre 1692 y 1693.

De sobra es conocida El crisol, de Arthur Miller, maravillosa obra de teatro y máxima representante literaria cuando hablamos sobre estos acontecimientos (no voy a entrar en su contexto de la caza de brujas del macarthismo que me salgo de tema). Para mí era la obra más representativa sobre Salem y sus juicios. Y de casualidad me topé con esta novela corta que hoy ocupa mi reseña, escrita casi 100 años antes que la obra de Miller nada menos que por Elizabeth Gaskell.

Que yo sepa es bastante desconocida, y cuando me puse a indagar descubrí que en España está editada actualmente dentro de una recopilación de sus Cuentos Góticos, publicada por la editorial Alba. de manera independiente, que es la edición que yo tengo, la publicó Valdemar dentro de su colección El club Diógenes hace ya sus veinte añitos. Reconozco que NO entiendo su inclusión dentro de los relatos góticos de Gaskell. Esta nouvelle de gótica no tiene nada. Es una versión novelada, muy preciosista en cuanto a documentación y rigor históricos, sobre lo que ocurrió en aquellos juicios. Gaskell la escribió unos 170 años después de que tuviesen lugar, y se documentó a fondo sobre ellos, narrando una historia que sabes dónde va a llegar, sabes su final, y no puedes dejar de maravillarte ante el modo en que Gaskell te conduce hacia él. de hecho, poco tiene que envidiar a la obra de teatro de Arthur Miller (y yo soy muy fan de esta obra), salvando todas las distancias posibles en género, contexto histórico y época en la que fueron escritas. Y voy a cometer sacrilegio... se parecen demasiado ambas obras en algunas cosas como para que me ronde mucho por la cabeza que, sin lugar a dudas, el bueno de Arthur leyó esta nouvelle antes de acometer su maravillosa obra de teatro. Más allá de eso habrá que dejarlo en el aire.

Nuestra protagonista es Lois Barclay, que hasta el comienzo de nuestra historia ha vivido en Bardford, en el condado inglés de Warwickshire, hija de un pastor y su amada esposa. Ambos mueren con muy poco espacio de tiempo (sus circunstancias son muy distintas, pero no pude evitar acordarme de Margaret Hale en Norte y Sur mientras leía este comienzo) y, puesto que queda sola en este mundo, antes de morir su madre le hacer prometer que irá junto a su tío, que vive en Salem, Nueva Inglaterra. Y nuestra buena Lois se embarca rumbo a su aciago destino, metiéndose de cabeza en el seno de una familia que Gaskell utiliza para intentar representar (con éxito) todos y cada uno de los hilos que se entretejieron durante aquellos terroríficos meses para dar lugar a la mítica caza de brujas (y brujos, que al denominar así a lo que ocurrió parece que se excluye a los hombres que también murieron acusados de brujería).

Con la perspectiva que dan casi 170 años de diferencia con los hechos, a lo que hay que añadir que la propia Gaskell era esposa de un pastor unitario y conocía bien de lo que hablaba, en varios momentos, y hablando a través de la narradora, nos llama la atención e intenta explicarnos la diferencia entre la religión tal y como la vivía Lois en su tierra natal, y el puritanismo exacerbado y enfermizo que se encuentra cuando llega a Salem; la obcecación religiosa, el extremismo llevado a niveles de frenesí y una represión social y fanática que cuando estalló, cuando explosionó arrasando varios pueblos (que no solo fue Salem, aunque sí que fue el centro del terror), sacó toda la ponzoña reprimida y virulenta que todas esas gentes escondían detrás de unas apariencias escondidas tras la necesidad imperiosa de pertenecer una comunidad cerrada. Y todas estas explicaciones las da sin agobiar ni cansar con diatribas religiosas, simplemente expone. Lo digo para quien le eche un poco para atrás esta temática (porque a mí sí que me echa para atrás normalmente, y en esta lectura no hay nada en ese sentido).

Gaskell divide la novela en 3 capítulos que marcan con precisión la máxima del planteamiento-nudo-desenlace: el primero lo dedica a presentar a Lois, su situación, su viaje, y cuando conoce a su familia en Salem; en el segundo capítulo desarrolla la historia, conocemos a su familia (la historia se narra casi en su totalidad en ese círculo cerrado, no necesita más para hacernos entender la situación), y la encamina hacia lo que nos encontraremos al fin en el tercer capítulo, el desenlace, que no por esperado es menos desasosegante y perturbador. Lo que ocurrió en Salem es bien conocido, y entrar en más detalles aparte de eso en una novela corta es desvelar demasiado; ya he comentado en otras ocasiones que no me gusta nada destripar argumentos. Solo quiero recalcar el párrafo con el que comienza el tercer y último capítulo (y haciendo una excepción con lo de no poner citas) para que se entienda lo que suponía en aquella época que te acusaran de bruja:

"El pecado de brujería. Hemos oído hablar de él, lo hemos visto desde el exterior; pero difícilmente podemos entender el terror que provocaba. Cada acción impulsiva o desacostumbrada, toda pequeña afección nerviosa, todo dolor o molestia eran percibidos, y no solo por los que rodeaban al paciente si no por él mismo, fuera quien fuera, como algo que actuaba, o se le hacía actuar, de una manera totalmente distinta a la simple u ordinaria"

En estas frases se hace hincapié en algo que solemos pasar por alto, y es cómo influía psicológicamente la acusación de brujería en el acusado, lo que suponía en aquella época que te tacharan de bruja, lo que la mente era capaz de retorcer tanto en los que acusaban como en los que eran denunciados, quienes en muchos casos acababan creyéndose su supuesto pecado viendo señales de su posesión demoníaca en los detalles más nimios, en el pensamiento más inocente, en el gesto más intrascendente.

En este tipo de nouvelles es donde distinguimos la mano de aquellos que están dotados con el genio de la escritura. En apenas unas páginas Gaskell construye unos personajes extraordinarios, algo que autores con el triple de páginas son incapaces de conseguir (estoy diciendo esto mucho últimamente, lo sé, y acabará por perder significado, pero es que estoy teniendo la suerte de encontrarme nouvelles maravillosamente escritas, aunque bien es verdad que la extensión de páginas de esta es más considerable). La historia está narrada con un tempo perfecto, como si tuviese cientos de páginas por delante y al tiempo demostrando que no hacen falta para redondear la narración. Acompañamos a Lois y entendemos cada uno de los pasos que da, cada sentimiento de desarraigo y abandono que siente, cada sensación de opresión e impotencia ante el fanatismo de unos y la inquina de otros en esa oscuridad que poco a poco va cerniéndose sobre el pueblo y ella misma.

Yo nunca recomiendo o dejo de recomendar libros, doy mi opinión que es lo unico que me atrevo a ofrecer, pero a quien le guste Gaskell, a quien le guste la obra de teatro de Miller (por conocer otra aproximación a los hechos) como quien guste de una buena novela corta o les interese esta parte de la Historia, no creo que se arrepienta de leer La bruja Lois.

Por cierto, hay que darle las gracias a Valdemar por darle la importancia que merecía editándola en solitario y otorgándole el lugar que merece dentro de la obra de Gaskell. Se lo agradezco tanto que hago la vista gorda con el nombre mal escrito de la autora en la cubierta (¿EliSabeth?).
Enlace: http://inquilinasnetherfield..
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