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Crítica de Lit


Lit
14 October 2019
Nuestra protagonista es Cris, quien trabaja de secretaria de dirección a pesar de que su pasión siempre ha sido la fotografía, especialmente de bodas. Gracias al boca a boca cada vez le van saliendo más trabajos que aprovecha sin dudar para recibir un dinero extra aunque ahora, a punto de cumplir los treinta y en plena crisis existencial, se enfrentará a su peor pesadilla: fotografiar la boda de su ex, ese que siendo una adolescente le partió el corazón y la llevó a no creer en el amor para toda la vida. Pero las preocupaciones de Cris no se centrarán tan solo en esa boda, si no que empezará a magnificar cualquier mínimo cambio en su cuerpo, dándole vueltas hasta la obsesión y, lo peor de todo y a pesar de que sus amigas le aconsejen que corte cuanto antes, empezará una relación con un hombre casado.

Supongo que ya os imaginaréis que la crisis de los treinta de Cris no es moco de pavo y admito que en muchos momentos me pareció un personaje demasiado exagerado y me costaba un mundo empatizar con ella, pero eso tiene fácil explicación: la protagonista y yo somos totalmente opuestas y ha habido momentos en los que me ha parecido demasiado intensa, demasiado exagerada, sobre todo en lo que a su ex se refiere. Realmente no considero esta parte algo malo pues en gran parte porque el personaje me ha parecido "lógico". Cris no se obsesiona con ciertas cosas y pasa por alto las demás, si no que entra en una espiral en la que todo es una mierda y, admitámoslo, pocas tenemos el estómago de ver a nuestro ex feliz y casándose con otra. En lo que me ha parecido demasiado intensa es en ese trauma que arrastra desde que Roberto la dejó pues tampoco ocurrió nada demasiado destacable.

Elena pule la historia incorporando varios personajes secundarios: Irene, Sara y Paola son las mejores amigas de Cris y me ha gustado mucho las personalidades que les ha adjudicado la autora, creando un grupo de lo más variopinto pero que se complementa a la perfección. Irene es la alocada y picaflor; Sara lleva media vida con su novio y está a punto de casarse y Paola es una chica realmente tímida para las relaciones, tiene que estar realmente segura de que el chico le gusta antes de plantearse el tener algo con él. Ya os imaginaréis que Irene secunda a Cris en eso de que las medias naranjas no existen mientras que Sara y Paola opinan todo lo contrario, ellas sí creen en el amor para toda la vida y este es un tema que suela crear fricciones en el grupo.

También contamos con Pablo, el hermano de Cris, que a pesar de la distancia no duda ni un momento en dejarlo todo y plantarse en la puerta de su hermana si cree que necesita su ayuda; Estefanía, la madre de Irene, quien nos regala varios momentos surrealistas con su hija además de ofrecerles sabios consejos a las chicas; Toni es el camarero del pub donde las chicas se encuentran cada jueves y poco a poco va cobrando más presencia en la historia; Mateo, el amante casado de Cris, es quien consigue hacerte rechinar los dientes.

Las medias naranjas no existen es una historia entretenida que se lee realmente rápido por esos momentos absurdos que nos regala Irene con su incesante búsqueda del mejor amigo gay o las historias de su madre y, sobre todo y ya llegando al final, por esos momentos en los que la amistad y la familia está por encima de todo y todos hacen piña alrededor de Cris.

Hay cosas que no me han terminado de gustar, por ejemplo el que Cris le de demasiadas vueltas a las cosas o una relación que empieza y en la que me habría gustado que la autora profundizara más, pero eso es algo completamente mío ya que esta novela está enmarcada en el género chick lit y es totalmente comprensible que el romance no sea el eje de la historia.
Enlace: http://pajaraslectoras.blogs..
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