La historia de Pili me ha resultado tan sorprendente como triste. Comienza hablándote en primera persona desde una visita al médico afectada por un hecho cuanto menos curioso y tremendamente escatológico. Greta escribe la historia de Pili como Pili habla, una joven sevillana de clase trabajadora y con una cierta obsesión por todo lo relativo a caca, culo, pedo, pis. Y cuando descubrimos el lugar donde se encuentra ese consultorio médico, se apodera del lector una gran curiosidad por conocer cómo y por qué María del Pilar ha llegado hasta allí. Lo vamos descubriendo poco a poco y entendiendo la presión y la rabia juvenil de una mujer marcada por diferentes abusos, la falta de empatía intrínseca a la burocracia administrativa y la precariedad de la juventud en ámbitos como la cultura. Por todo ello, aunque a ratos las ocurrencias de Pili me hayan hecho reír y hasta carcajearme, con el paso de los días he reparado en el poso triste que esta novela me ha dejado. Porque ella solo quería bailar. |