Primera persona

La naturaleza es bella o agreste. Incontables artistas han escrito sobre ello. Es un lugar común. Todo el mundo tiene algo que decir. García Robayo no es una excepción. Ella comparte una mirada hacia la madre tierra alejada de alabanzas edulcoradas. En «El mar» se perfila el rostro mortecino de este vasto espacio de agua salada. A la narradora le aterra el mal que se esconde bajo la superficie acuosa. Las medusas y las olas son algunos de los peligros que acechan en este paraje. Asimismo, se remarca la monotonía de ir a la playa. Este ritual supuestamente feliz acaba aborreciendo a la voz narrativa. Bañarse es entrar y salir del mar. Ir y volver del hastío. Esta misma visión amenazante de la naturaleza se palpa en «Residencia», un cuento ubicado en la selva. Durante la estancia de la protagonista en su alojamiento presencia un aguacero. El río ocupa las calles del pueblo. La voz narrativa sale a dar un paseo y se detiene ante el poder de la naturaleza. Pasado el episodio lluvioso, ella es conducía en una canoa hacia el interior de la jungla. Los temores que este espacio casi virgen le despiertan, los apacigua porque va acompañada.

La familia es uno de los pilares de los relatos que vertebran este compendio. En el principio somos hijos o hijas. En algún punto de la vida nos convertimos en padres o madres. Experimentamos la paternidad o la maternidad por partida doble. Primero percibimos a nuestros progenitores como héroes para después darnos cuenta de que son personas corrientes con sus luces y sombras. Cuando criamos a nuestra descendencia nos esforzamos para darles lo mejor. En «Amar al padre» y «Rapto de locura» se examina al padre y a la madre de la narradora. El primero de estos dos personajes establece un vínculo sólido con su hija que, al entrar en la adolescencia, se enfría. La niña lo percibe y se distancian. de mayor nos aclara que su costumbre de salir con hombres mayores que ella no responde a ninguna explicación psicológica paternofilial.

En cuanto al segundo de los personajes mencionados, sirve para detenerse en el trato que los locos han tenido a lo largo de la Historia. La madre de la voz narrativa padece un tipo de locura que ella niega al mostrarse los primeros síntomas. Muchas personas no quieren reconocer que están enfermos ante nadie, especialmente frente a sus hijos. La maternidad no solo es tratada desde la condición de hija sino también desde la de madre por parte de la protagonista. Ella asiste a clases de preparación para el parto, escucha experiencias de otras madres y amamanta a su pequeño en «Leche». Sin embargo, en esta ocasión la autora no se limita a mostrarnos el punto de vista de la voz narrativa. Añade la experiencia de otras mujeres. Esta polifonía de distintas aristas de la maternidad reivindica el primer vínculo de un ser humano con otro a través de la leche materna.

La identidad de la mujer no se limita a concebir hijos. No se incide solo en este proceso natural. García Robayo ahonda en la feminidad con la que han crecido las narradoras de sus historias desde los referentes familiares a sus propias experiencias. En «Historia general de tu vida», «Mi debilidad: apuntes desordenados sobre la condición femenina» y «Educación sexual: folletín adolescente» se configuran las distintas facetas que conviven en las voces narrativas. Todo ello siempre enfocado desde las rutinas. El día a día, por ello, es el terreno por el que se mueven todas las ficciones. El primero de estos cuentos pivota sobre escenas cotidianas de la vida de la narradora desde que es una niña hasta que es adulta.

Sobre el segundo, se compara la tradición familiar de la que bebe la narradora con su modus vivendi. Las mujeres que le precedieron han seguido el arquetipo de ángel del hogar mientras que ella ha roto la cadena de servidumbre hacia el hombre y ha optado por ser escritora. A su vez, no concibe esta profesión como un trabajo regulado con nóminas y salario fijo. Un periodista le pregunta sobre si es necesario que haya un número igualitario de autores y autoras. Ella responde que cada uno lea lo que quiera. La última pieza del tríptico de la feminidad que se propone en esta obra la protagonizan un grupo de amigas en su último año de instituto. La amistad, la sexualidad o la conciencia de clase emergen delante de unas adolescentes que lidian con ello.

Los textos de García Robayo respiran un ritmo pausado, una pulsión narrativa constante y una voz honesta. Se deja claro desde el comienzo que nos encontramos con textos autobiográficos. En ningún momento se niega. Sobre esta base, cada cual que saque sus propias conclusiones. Las experiencias plasmadas sobre el papel se alejan de buscar la grandeza del universo. En su lugar, los personajes orbitan dentro de su cotidianeidad. Las emociones transferidas a las palabras construyen, en algunos casos, imágenes poderosas y, en otros, escenas llenas de ternura.

Primera persona es un grupo de narraciones desnudas sobre la feminidad, la familia, la naturaleza y la necesidad de contar historias intimas que poseen la capacidad de interpelar al lector.
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