Edwin, el último enano

Mientras mis demonios del bien y el mal discuten acerca de lo que diré en esta reseña voy a lo mío y me pregunto:

¿Puede escribir un libro un autor sin hacer caso a la ortografía y signos de puntuación?

Por supuesto que sí.
Saramago lo hace, y nadie se cuestiona que sea para esconder alguna carencia.

De hecho, los motivos son intrascendentes, pero, como lector y en mi opinión, tanto los libros del Nobel como los de Galiana necesitan pasar por un especialista en corrección.
Yo en mi caso lo haría.

Para finalizar de inmediato con la parte menos amable, debo añadir, o más bien aconsejar, la sustitución de tantas comas por puntos (defecto del que adolece este servidor) para evitar, precisamente, frases u oraciones tan largas como las que acabo de escribir.

A aquellos firmes defensores del contenido por encima del continente ya les digo que yo no me bajo del burro, que para eso es mío.
Es decir, que valoro la buena comunión entre los dos.

Edwin es uno de los mejores personajes que ha parido la madre literatura. Además, dicho así. Sin anestesia.

Este enano tozudo, posee todas las virtudes que harían de cualquier mundo un lugar mejor.
De todos ellos destaco el más difícil.
La integridad.

Tono pone a nuestro alcance lo que su cabeza y alma cobijan, que es mucho.
Lo viste con ropas de fantasía y lo acompaña con seres mágicos y llenos de personalidad.

En el particular viaje de Edwin en busca de sí mismo trpezará con humanos, brujas, creadores y hasta la misma muerte.
Todos ellos lo pondrán contra la espada y la pared teniendo que tomar decisiones francamente complejas.

Escondido en el disfraz de pequeñas historias llenas de fantasía habita un polizón.
El debate moral.
Y este siempre nos arrojará luz, incluso en las más oscuras tinieblas.

Nuestro alicantino escribe como le da la gana. (nunca mejor dicho)
Tiene garra y una capacidad de engancharte a sus páginas digna de elogio.

Yo conocí a este enano en un foro literario. Quise más. Prometí ser el primero en leerlo cuando se transformara en libro y no lo cumplí.
Los motivos míos son.
Al fin y al cabo un año de retraso tampoco es para tanto.

Libro ideal para mayores y pequeños, incluso para leerlo en familia y discutirlo.

Eso sí, señor Galiana, sería increíble poder contar con un editor, pues el texto tiene la calidad suficiente como para ser mimado, pulido y esmaltado.