El crédito

Jordi Galcerán Ferrer (Barcelona, 1964) dio sus primeros pasos en el teatro como actor en un grupo aficionado para el cual llegó a escribir algunas piezas, hoy repudiadas. Los premios recibidos en 1995 por Palabras encadenadas y Dakota lo catapultaron al éxito y, desde entonces y con el espaldarazo de El método Grönholm, no ha parado bien como dramaturgo, bien como traductor, guionista o adaptador. Hoy en día es uno de los pocos escritores que pueden vivir únicamente de su pluma, una pluma que plasma lo excepcional de la realidad, historias con un componente humano que generan expectativas, porque las obras de Galcerán empiezan con una pregunta sin respuesta planteada en una situación emocionalmente intensa. Una situación inicial cotidiana, cercana para que el lector se identifique y haya empatía, es la espoleta para la detonación controlada de aquellos sentimientos perennes del hombre, para dramatizar la frustración, la angustia, el miedo, la desesperación, la duda. En el caso de El crédito, estamos ante un hombre que discute con el director de una oficina de un banco por un crédito denegado. Este es el punto de partida in media res de un tour de force, donde cada protagonista busca un fin distinto y utiliza sus recursos verbales (con una pizca de ácido humor lúcido) para conseguirlo. En esta obra estamos ante la dialéctica de dos fuerzas en lucha que provoca tensión y genera incertidumbre al lector por saber cuál será el final de la trama, algo en lo que Galcerán destaca y no defrauda.
La fuerza motivadora de Antonio, el desesperado peticionario del crédito, para conseguir su objetivo es desconocida por el lector, lo que espolea su curiosidad y hace que siga en la lectura. Galcerán proporciona de manera dosificada detalles para construir la topografía y el relleno del alma de los dos personajes y no resuelve con el diálogo lo que no está resuelto por la acción, porque el diálogo, que fluye con la naturalidad de la difícil sencillez machadiana, es un vehículo para que los personajes hagan algo. Y lo que hacen es indagar en la complejidad de las relaciones amorosas hasta el punto de que se vuelven las tornas y las posiciones dominantes se intercambian.