ATENCIÓN: esta reseña contiene SPOILERS sobre las anteriores partes de Sandman. El señor de los sueños ha vivido un gran cambio interior tras estar encerrado durante décadas, relacionándose con dioses, demonios y seres sobrenaturales. Ha dejado a su paso múltiples deudas vitales y emocionales que ahora deberá pagar. Estamos ante uno de los arcos más completos, complejos y oscuros de Sandman, el de Las Benélovas. Lyta ha perdido a su hijo Daniel, engendrado en el sueño, lo que la llevará a una espiral de locura y desesperación. En su deambular contacta con antiguos personajes del universo de Sandman, mientras este administra su reino hasta debe aceptar pagar un alto coste por los errores cometidos. Muerte y regeneración se unen en estas persecuciones continuas, con referencias a la muerte de Orfeo y a los tejemanejes de Deseo, desembocando en un cierre que es esperado y doloroso al mismo tiempo. El dibujo cambia respecto a los anteriores números, con colores brillantes y vibrantes junto a un dibujo anguloso, que juega con la geometría para dar forma a sus viñetas y personajes. El conjunto hace que a nivel visual se sienta impactante, marcando mucho los contrastes con las viñetas de Sandman, llenas de negro y colores oscuros en su mayor parte. Como preparación del cierre de la obra es un arco muy completo, lleno de referencias a todo lo que ha sucedido previamente, mostrando que el conjunto estaba creado desde el momento de inicio de la obra. Muestra un lado más humano de parte de los Eternos y como estos no son inmunes a muchos sentimientos humanos como la pena, la frustración o los celos. En conjunto es el arco en el que Gaimam brilla por sí mismo, creando la tensión desde el primer momento y sin saber quién pagara las consecuencias del juego de los poderosos. Colibrí. |