Diatriba de amor contra un hombre sentado

Me encanta todo lo que escribe García Márquez. Me atrevería a decir, salvando las distancias y sin ánimo de ofender a nadie, que me gustan de él hasta los andares, haciendo un simil de la calidad literaria y la versatilidad de este inigualable autor, con un refrán de mi tierra que hace referencia a cierto animal del que se aprovecha cada parte de su cuerpo para comer. Cualquier género que toque con su sin par pluma lo ejecuta con total maestría: ya sean novelas, cuentos, artículos periodísticos, memorias e incluso discursos. Todo. Pero hasta que descubrí la existencia de “Diatriba de amor contra un hombre sentado”, desconocía su faceta como dramaturgo. Y aquí el Gabo tampoco decepciona, convence y enamora una vez más. Otra pequeña joya de su obra literaria.

Esta es una obra teatral breve y sencilla, un monólogo en un solo acto en el que Gabriela, una mujer de la alta sociedad, hace el día en que se cumplen sus Bodas de Plata un repaso de su matrimonio con su adinerado marido. Aquí no hay realismo mágico, ni lenguaje poético, ni falta que hacen. Aquí solo hay una sucesión de lamentos, reproches y rencores. Porque lo que empezó siendo un matrimonio feliz, se ha ido deteriorando a golpe de decepciones y engaños descubiertos a medida que el tiempo pasaba y escalaban social y económicamente.

Un relato de gran intensidad, una maravilla literaria más de este increíble autor, que refleja toda la pasión y la rabia que siente su protagonista al reconstruir la infelicidad que da una vida en común erosionada y destruida a base de mentiras y frustraciones, un matrimonio impostado que no es más que una pantomima y una farsa de cara a la galería, una juventud, la suya, entregada a un amor no compartido y un matrimonio , el suyo, mantenido en pos de los convencionalismos que su afán por conservar su status social imponían.