La cuna de tejo

Opera prima con regusto a terror atávico.

Es sumamente cómodo deslizarse entre las páginas de esta novela gracias a la estructura de su narración y su división en pasajes cortos, precisos y rebosantes de detalles.

Uno de sus mayores atractivos reside en la exquisitez de la descripción de sus personajes. Desde los meramente mencionados, hasta los de mayor peso. Todos hacen gala de un trasfondo dibujado con todo lujo de detalles, en especial a la hora de profundizar en sus traumas o exponer sus acciones, las cuales los humanizan de manera realista gracias a esa pátina claro oscura tan tópica, pero a la vez necesaria, donde “ni el bueno es tan bueno ni el malo tan malo”.

Otro de sus puntos fuertes lo encontramos en las descripciones más descarnadas. Meritorias por sí solas de proveer a la historia de momentos de verdadero terror. En ellas se puede diferenciar con sencillez y honestidad como el autor posee sus propias armas, pero también muestra orgulloso como bebe con suma delicadeza y buen gusto, de las mejores referencias, tanto literarias como cinematográficas, hasta convertir estas influencias en un gran atractivo.

Por último, pero no menos importante, el autor enfrenta la ambientación y la cultura andaluza alejándose por completo de cualquier complejo y enclava a dicha tierra en una fábula de terror sin nada que envidiar a los grandes.

En resumen, una novela altamente recomendable.